Los Bitzales... donde la fauna y salud de pobladores depende de un río contaminado

Retirada de la urbanización, con más lanchas que puentes y más personas que casas, y según los pobladores, olvidada por autoridades, se encuentran las siete secciones de la ranchería conocida como Bitzal, en el municipio de Macuspana a poco más de dos horas de camino de la capital tabasqueña.

Hasta esta zona se trasladó el equipo de XEVA Noticias, para conocer y transmitir un poco de la situación deplorable e insalubre que están pasando las poco más de seis mil personas que dependen de este río que cambia de nombre según la comunidad por la que pase, pero que en general son brazos del caudal conocido como Usumacinta.

Aunado a la problemática que viven día a día, desde el pasado mes de mayo, numerosos manatís comenzaron aparecer muertos en los ríos Bitzal, El Maluco y Los Naranjos, sin que hasta la fecha se sepa la razón. Junto con estos también diferentes especies de peces empezaron a morir de la nada, lo que originó la teoría de que este caudal tiene una fuerte contaminación. El problema se agrava debido a que de este afluente dependen al menos seis mil personas.

César Winsi Hernández delegado de la ranchería Bitzal Segunda Sección, puntualizó que las 230 personas que habitan en esta zona, usan el agua del río prácticamente para todo, en su modo de vivir.

Esta situación del río se constata cuando al recorrer sus aguas verdes con fondos de tierra negra que se levanta con las hélices de los motores de las lanchas, decenas de peces sin vida emergen del fondo del caudal, sin muestras de mordidas o heridas de objetos filosos, muertos solo por la condición del cuerpo de agua.

Don Inés Potenciano Trinidad, delegado de la ranchería Bitzal Tercera Sección, atribuyó esta muerte de peces a los ductos de Petróleos Mexicanos (PEMEX) que pasan por la zona y que van hasta Atasta, Campeche, afectando a los 125 habitantes de esta comunidad que dependen netamente de la pesca y que tiene actualmente casi 20 enfermos por la situación del río.

Aunque todavía no hay dictamen oficial de qué es lo que está matando la fauna de este río, una realidad es que a lo largo de él se encuentran numerosos árboles de válvulas de PEMEX reguladoras de pozos que se notan antiguas, deterioradas y sin funcionar.

Pero la muerte no solo ha llegado a los sirénidos, sino también a animales de traspatio como patos, pollos y pavos y hasta las mascotas están enfermando y muriendo, ya que beben del agua del río, principal fuente proveedora del vital líquido.

Y aunque desde la semana pasada autoridades del Instituto de Protección Civil de Tabasco (IPCT) trasladaron una planta potabilizadora móvil al poblado Bitzales cuarta sección de Macuspana para procesar el agua que consumen los residentes del lugar, hasta el momento no se ha echado andar, como lo reportó la señora Norma Álvarez quien dijo que esto se debe a que el motor no funciona y están a la espera de que lo reparen.

La señora Ana Potenciano quien es residente de la comunidad Bitzales segunda sección, manifestó que las familias del lugar requieren de esa planta potabilizadora debido a que no tienen recursos suficientes para comprar agua de garrafón, y pidió a las autoridades competentes que atiendan su llamado.

Pero los habitantes de Bitzales primera, segunda, tercera y cuarta sección de Macuspana también están presentado problemas de salud, principalmente enfermedades estomacales y dermatológicas por estar en contacto, consumir y emplear el agua del río para sus actividades diarias.

Ana Potenciano comentó que hace unos días pasó por la zona personal de la Secretaría de Salud y exhortaron a las familias para que hiervan el agua del río y únicamente les entregaron algunas pomadas y pastillas como paracetamol, para las enfermedades que presentan.

Esta es la situación actual de la ranchería Bitzal y otras con las que colindan, afectadas por el río del que han vivido ellos y sus antepasados por muchos años, del que necesitan para autoconsumo y venta, del que también alimentan a sus animales de traspatio y mascotas, la carretera por la que transitan todos los días, una belleza natural que hoy en día es cementerio de manatís y otras especies de peces, una realidad que la autoridad sigue sin atender.

Información y fotos: Vanesa Lara y Heber Alejo