¿Te imaginas lo que sucedería si una persona que ha pasado mucho tiempo reprimiendo sus sentimientos, pasando la vida tragando sapos por falta de valor y de poder real, y cuando por fin lo obtiene, esos años de represión se desbordan tanto que pareciera que volvemos a ver la transformación del príncipe Adam en He-Man pregonando a todo pulmón: "¡ya tengo el poder!"?
Algo parecido sucede en nuestro país con la galería de políticos actuales. Los partidos pueden ser nuevos, pero las viejas costumbres y manías de la gente son exactamente las mismas. Es como estrenar casa pero llevarse los mismos muebles.
Pero ni México es Greyskull, ni los políticos —aunque muchos así lo crean— son los amos del universo. Como dice el dicho: la vida es una ruleta... un día estás arriba y al otro abajo.
Cuando el poder habla
Las noticias de las últimas semanas ponen al descubierto que la sed de poder y la necesidad de hacerlo sentir está poniendo en jaque la imagen del país ante el mundo.
El mensaje claro y fuerte de la doña —no me refiero a María Félix porque tampoco nos metemos con el "más allá"— sino a doña Beatriz Gutiérrez Müller, que en respuesta a los chismes sobre su supuesta residencia en un lujoso barrio de España dejó muy en claro que no amenaza sino que actúa: "Pues yo creo que hay que esperar sentados porque, así como avientan la piedra, esconden la mano... Una buena: entrará en funciones el nuevo Poder Judicial y está la opción real de denunciarlos y que se haga justicia".
Lo preocupante es que poco a poco se va creando un clima donde cualquier crítica o comentario puede ser sancionado, como ya ha sucedido con casos que han llamado la atención: desde amas de casa cuyos comentarios en redes fueron considerados como violencia política de género, hasta periodistas que han enfrentado consecuencias por sus publicaciones.
La libertad de expresión y la libertad de prensa corren el riesgo de convertirse en adorno, en medio de un mensaje claro: con el poder nadie se mete sin recibir su merecido.
Crisis de imagen pública
Como especialista en imagen pública, te puedo decir que el país sufre una crisis de credibilidad. Si bien ya estamos acostumbrados a las crisis económicas, las de credibilidad comienzan a tomar fuerza, y esto es grave porque el mundo nos observa.
La designación de Genaro Lozano, sin más méritos diplomáticos evidentes que los vínculos familiares, pone de manifiesto que la trayectoria y la experiencia pasan a segundo plano. La testarudez con que se realizó su designación recuerda cuando una madre se impone ante sus hijos con un simple: "porque lo digo yo".
Queda claro que el poder actual no se tomará la molestia de guardar las apariencias. Eso es cosa del pasado. Hoy los vínculos personales se imponen y valen más que la reputación y la experiencia.
El verdadero costo del poder
El mensaje que emana de estas conductas contradice el discurso de renovación. Al final, da igual el color del partido: cuando se obtiene el poder, las tentaciones son las mismas para todos.
Porque gritar "¡tengo el poder!" como He-Man está muy bien... hasta que te das cuenta de que todos están escuchando, incluido el mundo entero. Y la imagen que construimos hoy será la que nos acompañe mañana, cuando los personajes cambien pero las consecuencias permanezcan.
Paseo Usumacinta s/n Esq Ayuntamiento. Col Gil y Sáenz, Villahermosa, Tabasco