Tener un sistema financiero sólido es una condición necesaria para que haya crecimiento económico. Si muchas veces usted se ha preguntado por qué México no crece suficiente, una de las razones es porque necesitamos fortalecer este sistema: aumentando las opciones para que los ciudadanos ahorren; mejorando las condiciones de los créditos, especialmente para los pequeños negocios que representan más de 90% de las unidades económicas; y contando con medios de pagos que sean eficientes, competitivos e incluyentes.
Todo esto, es tarea de las instituciones relacionadas con el sistema financiero, principalmente la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, el Banco de México, Hacienda y por supuesto de los intermediarios como es la banca múltiple, las SOFIPES, las uniones de crédito, la banca de desarrollo y otros.
Aunque hay distintos tipos de integrantes en el sistema financiero, en México la banca tradicional no deja de ser un actor relevante. Déjenme explicarles.
La banca tiene 3 funciones: administrar el ahorro; transformar el ahorro en créditos para proyectos que detonen crecimiento, fuentes de empleo y más economía; y permitir el flujo de los recursos financieros en todo el país distribuyendo billetes y monedas tanto en ventanilla como en cajeros automáticos, pagando cheques, ofreciendo servicios de pago a través de tarjetas de débito y crédito, procesando transferencias electrónicas, entre otros.
Si todo esto funciona bien, el sistema financiero puede contribuir a aumentar el crecimiento económico y también el bienestar de la población. ¿Qué es funcionar bien? Primero debe ser seguro, esto permite que los ahorradores encomienden sus ahorros sabiendo que estarán bien. También debe ser competitivo, cuando las autoridades fomentan la competencia, las reglas de juego permiten la entrada de más agentes con esto se logran mejores servicios y menores costos. Desafortunadamente, el mercado está dominado por los grandes bancos extranjeros que aprovechan esta posición haciendo cobros excesivos, aunque las autoridades han hecho cambios y legislado al respecto, ésta sigue siendo un área de oportunidad.
Y debe ser incluyente para que los servicios financieros lleguen a un porcentaje mayor de la población y de manera más sencilla y cercana, permitiendo que más personas tengan oportunidades de ahorrar o recibir crédito, lo que toma mayor relevancia en los de menores ingresos.
Hay mucho que hacer en México, la penetración del crédito privado en 2023 fue de 25% del PIB, cuando los países que pertenecen a la OCDE están en 73%. Chile, por ejemplo, presta a ciudadanos y empresas casi 80% de su PIB. En el tema de inclusión financiera, México cuenta con 12.2 sucursales bancarias por cada 100 mil habitantes, este número aumentó 9% con respecto a 2022 gracias a los bancos del Bienestar, pero aún estamos lejos de nuestro mejor nivel en 2012 cuando teníamos más de 15.
La estabilidad financiera permite la generación empleos, mejora la productividad y da confianza a las personas para invertir y ahorrar. Un buen acceso al financiamiento mejora el bienestar general de un país permitiendo a las personas prosperar, ampliar sus oportunidades y mejorar sus niveles de vida. En otras palabras, es un círculo virtuoso que como sociedad no podemos perder de vista, por eso necesitamos una banca más cercana y comprometida con el crecimiento económico, y también ciudadanos concientes del servicio que nos proporcionan.
No quisiera despedir esta contribución, sin el reconocimiento a Regina García Cuéllar, quien hace unas semanas fue nombrada por la Asociación de Bancos de México (ABM) como la primera mujer directora general del organismo, estoy segura que será un buen timón para permitirá alcanzar estos objetivos y más pronto.
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