Por cuestiones morales y religiosas, y he de confesar también que por miedo, jamás vi películas de terror como "Eso" o "Pesadilla en la calle del Infierno". Aunque clandestinamente vi algunas de las de Halloween. No solo eran más tolerables para mi estómago, también pensaba que solo era un asesino persiguiendo y dándole chicharrón a la gente —no, no era buen samaritano—, me refiero a que les daba matarile, cuello, o los mandaba a colgar los tenis al otro mundo. ¿Capisci?
Pues las últimas novedades en materia legislativa me hacen sentir como solía decir Chiquidrácula: "me dan mello", porque nos llevan directo a una situación peligrosa donde nuestra vida estará en riesgo, expuesta y lista para que venga un grupo delictivo más listo y vulnere una vez más los sistemas de seguridad del gobierno, mientras los legisladores se hacen de la vista gorda.
¿Qué es la nueva CURP?
Entendamos primeramente qué es lo que tenemos ahora y qué tendremos pronto, porque a estas alturas, ni exclamando la famosa frase de "¿Quién podrá ayudarnos?" nos resultará efectiva. Pero sí sentiremos lo duro y tupido del chipote chillón.
Hoy disponemos de un documento que cuenta con datos básicos para identificarnos, ligados específicamente a la información que la Dirección del Registro Civil de nuestro estado tiene sobre cada ciudadano, sea chico o sea grande.
La nueva CURP es una forma muy práctica de tener múltiples datos en una sola base. Es algo así como cuando Steve Jobs presentó su nuevo iPod y dijo: "1000 canciones en tu bolsillo", y cuando presentó el primer iPhone: "una herramienta revolucionaria y mágica". Así será la CURP: tendrán acceso a datos personales de identificación como huellas dactilares, reconocimiento facial y datos muy personales como los bancarios y las compras, ya que al tramitar una cuenta en el banco te pedirán la nueva CURP y al hacer pagos con tarjeta esto quedará registrado. Sabrán a dónde viajas y dónde te hospedas porque, al ser la nueva identificación oficial que te pedirán —como se hace ahora al tomar un autobús o un vuelo y hospedarte en un hotel—, esa información se subirá a la base de datos.
Te lo explico de otra forma: Imagínate que antes tenías:
- Una cuenta en el banco (privada)
- Un registro de viajes (del gobierno)
- Un historial médico (privado)
- Compras en línea (privadas)
Ahora, con la nueva CURP y la interoperabilidad, todas estas "cajitas" se pueden conectar. No es que Amazon le reporte directamente al gobierno qué compraste, sino que:
1. Amazon verificará tu identidad con la nueva CURP.
2. Tu banco procesará el pago usando la nueva CURP.
3. El sistema gubernamental podrá cruzar ambos datos.
Si bien suena maravilloso tecnológicamente hablando y los legisladores aplauden lo brillante de la propuesta argumentando mayor control para la búsqueda de personas desaparecidas, lavado de dinero y otras actividades ilícitas de la delincuencia organizada, ¿dónde nos coloca a los ciudadanos comunes?
Hay un dicho que dice: "Si la niña es risueña y le haces cosquillas…", o expresado en lenguaje liso y llano: si ya tenemos problemas de seguridad que no se han resuelto, es decir, se ha vulnerado la seguridad de nuestros datos, y todavía quieren poner toda nuestra información en charola de plata para la ciberdelincuencia y darnos la estocada final.
El verdadero riesgo
No es que te espíen cada compra de inmediato, sino que si algún día el gobierno quiere investigarte (por la razón que sea), tendrá acceso a un perfil muy detallado de tu vida: dónde viajas, dónde te hospedas, qué compras, cuándo y dónde. El problema actual es que no necesitas ser delincuente para que te espíen; basta con que el gobierno te tenga en la mira.
Hagamos memoria
En 2016, 93.4 millones de registros del INE fueron encontrados en un servidor de Amazon sin contraseñas ni protección.
En 2022, las bases de datos del INE, con fotos, CURP y datos biométricos se vendían por 30 mil pesos en Facebook. Una base de 700 GB de información electoral, fiscal, bancaria y de salud fue puesta a la venta. Entonces, ¿quién garantizará nuestra seguridad ahora? Desafortunadamente nadie puede garantizarla al 100% debido a que:
- Existe un historial comprobado de filtraciones masivas.
- Hay falta de transparencia en ello (el INE tiene su información sobre ciberataques en la categoría de "clasificada", lo que significa que no tenemos acceso a ella).
- Multiplicación del riesgo: Si antes solo era el INE el que exponía nuestra información, imagínate ahora.
Expectativa contra realidad
Por un lado tenemos una nueva CURP con gran conveniencia de tener toda la información de una persona —o mejor dicho, nuestra información— a un solo clic de distancia. Esto sin duda agiliza los trámites burocráticos —en teoría—, combatirá el tráfico de identidades y se tendrá una modernización más necesaria que justa.
Sin embargo, la realidad nos exige poner en evidencia los puntos en contra:
- Riesgo exponencial: un solo hack y dile adiós a la tranquilidad.
- Actualmente no existen marcos legales robustos que nos protejan.
- Potencial autoritario: Demasiado poder concentrado y, como decía Raúl Velasco: “aún hay más”, así que lo peor está por venir. La libertad de expresión, por lo pronto, ya tiene cinta masking. No solo está el caso del periodista en Campeche o el de la ama de casa multada y obligada a pedir perdón bajo un erróneo y falso argumento de violencia de género, propiciado por un comentario en X. Este gobierno realmente manifiesta una sed de poder sin precedentes.
¿Me aceptan una sugerencia ciudadana?
¿Y si mejor se comienza con un modelo híbrido descentralizado?
- CURP biométrica básica (solo para identificación)
- Sistemas separados pero comunicables (es decir, no pongamos todos los huevos en una sola canasta, o mejor dicho, en una sola base de datos)
- Consentimiento granular (como ciudadanos decidimos qué conectar. Eso sería respetar nuestros derechos y no vulnerarlos)
- Auditorías independientes obligatorias (no para el ciudadano sino, obvio, para la dependencia a cargo del control y manejo de la información)
- Derecho al olvido y desconexión
- Transparencia total sobre filtraciones
- Sanciones penales severas por mal manejo de nuestros datos, es decir, que el gobierno se haga responsable sobre el uso de nuestra información.
¿Flojera gubernamental o…?
Si analizamos objetivamente el terror que se avecina, podríamos decir inocentemente que es 70% flojera gubernamental (eso solo si soslayamos la ambición de poder y el ánimo perceptible de esta agonizante democracia para convertirse en dictadura). Seamos honestos: eso es lo que diputados y senadores están haciéndonos sentir enarbolando la bandera de MORENA. ¿O debo esperar una sanción por expresar lo que pienso porque la constitución habla de libertad de expresión, pero un juez decide si aplica o no?
Lo peor de todo es que no puedes confiar en un gobierno que busca exponer lo más sensible de tus datos sin primero establecer medidas de protección y seguridad para estos mismos datos. Pero por otra parte, no puedes creer tampoco en la oposición porque los hechos muestran que ni a uno ni a otro les interesa el bien común —me refiero al del ciudadano—, porque los políticos sólo cuidan el bien común de sus partidos y de sus intereses. No podemos creerles porque en sus declaraciones hay exageraciones a la verdad, y cuando la verdad se altera se convierte en mentira. Por otra parte, oponerse no es suficiente: ninguno habla de propuestas inteligentes que aporten y generen diálogo constructivo; solo imperan los insultos entre dimes y diretes.
México realmente se está convirtiendo en el país del miedo. ¿Podrías tú acaso darle las llaves de tu casa a alguien que ya las perdió tres veces?
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