La mentira está arraigada en la vida cotidiana del mexicano. Mentimos para todo; a veces innecesariamente. La mentira no está mal vista: lo lamentable es que nos la descubran.
En el día a día mentimos para justificar el retraso al llegar a una cita, o a nuestro trabajo. Mentimos para justificar un error o simplemente para evitar “decir ¡No¡!” a una petición que no queremos cumplir, -o incluso-, para proyectar nuestra imagen de éxito y cubrir nuestras limitaciones económicas, académicas o sociales. Mentimos también para no comprometernos. Además, nos ayuda a evitar enfrentar las “verdades incómodas”.
La mentira es tolerada por aquel que la recibe, aunque sea evidente la falsedad. La mentira es un recurso de convivencia social en un país de “formas “.
Sin embargo, hay dos ámbitos donde la mentira tiene funestas consecuencias: en la justicia y en la política. Los expedientes judiciales están integrados generalmente por mentiras para favorecer a una de las partes, ya sea por razones económicas que tienen que ver con la corrupción y compra de voluntades, o por amiguismo, favoritismo o para cumplir las instrucciones “superiores”.
La extorsión policiaca, -o de agentes de tránsito-, es común y cuando no hay argumentos verdaderos, surge la fabricación de pruebas, que es una de las variables de la mentira.
La tortura, -tan usual en nuestro México violento-, sirve para sacar declaraciones falsas a gusto de la policía y las fiscalías, lo cual vuelve a incidir en la fabricación de mentiras. La prisión preventiva oficiosa pone en manos de la autoridad oportunidades para convertir a quienes están arraigados, -y en sus manos-, en culpables a partir de presionarlos, amenazarlos o torturarlos.
Ante esto, siempre la víctima es la gente “vulnerable” que muchas veces termina pagando por los delitos de otros, que tuvieron los recursos económicos o las relaciones para evadirse de un delito y dejar como rehén a quien estaba cerca y era fácil de involucrar, aunque fuese totalmente inocente. Incluso, para cerrar un caso mediático que puede traer consecuencias políticas, se consiguen “chivos expiatorios” que son vinculados con base en mentiras. Por ello en México la “presunción de inocencia” no existe y es el ciudadano es quien debe comprobarla de forma tan evidente que no haya forma de desestimarla, -y aún así-, las pruebas incómodas muchas veces son ignoradas, lo cual es una queja constante en los juicios.
Sobre este punto en particular debiese haberse focalizado la reforma judicial: penalizar fuertemente el uso de la mentira en los procedimientos judiciales, con mayor fuerza cuando la comete algún funcionario público.
Si no se castiga con “tolerancia cero” el uso de la mentira en los procesos judiciales, -e incluso las actividades policiacas-, nunca habrá justicia “de verdad” en México.
Acotando el uso del amparo, -que era la última frontera frente al abuso de las autoridades judiciales-, aún menos justicia habrá.
Y de la política, ¡ni qué decir¡ Las campañas electorales son construidas sobre la base de promesas que de antemano se sabe que no se pretenden cumplir, así como de descalificaciones a los adversarios u opositores, generalmente sobre acusaciones sin sustento.
Esta tolerancia a la mentira, -generalmente en beneficio de quien tiene influencias-, genera una sociedad crónicamente desconfiada.
Erradicar la mentira de la cultura ciudadana es un largo proceso que tiene que ver con la educación cívica y social, la cual ya ha sido eliminada de los programas de estudio.
Sin embargo, es urgente erradicar la mentira principalmente en el ámbito judicial, generando consecuencias de alto impacto para los funcionarios infractores, así como para las procuradurías y los cuerpos policiacos, llegando incluso a enfrentar la cárcel.
¡NO SE MIDIÓ¡
El diputado Arturo Ávila, -de MORENA-, durante el programa de Adela Micha afirmó que el premio Nóbel de la Paz debían habérselo otorgado a Andrés Manuel López Obrador.
La buena noticia es que estamos a buen tiempo de organizar un comité que proponga al expresidente para recibir el Nóbel de la Paz para el 2026. Será conveniente invitar a participar a las “madres buscadoras”, así como a los grupos ecologistas que vigilaron la construcción del Tren Maya, a las madres trabajadoras que dejaron de tener servicio de guarderías, a los damnificados de desastres naturales que ya no reciben ayuda del FONDEN, así como otros muchos otros sectores ciudadanos que estarán deseosos de sumarse a esta noble y justa causa.
EL ABUSO … ¿DE LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN?
La activista Tania Ramírez, -defensora del “medio ambiente” que se opuso a la construcción de la Línea 5 del Tren Maya-, por fin recibió la atención de un tribunal que iniciará un procedimiento judicial para valorar los ataques en su contra por parte del expresidente López Obrador, -realizados en sus mañaneras-, por haberla puesto en riesgo de recibir agresiones físicas, así como de ser víctima de acoso y amenazas en las redes sociales por parte de terceros, que interpretan las críticas y denostaciones presidenciales como un permiso para agredir.
Esto nos debe llevar a considerar la responsabilidad que tienen los gobernantes, -cuando con amplio despliegue mediático-, exhiben información confidencial de los ciudadanos. Exhibir su capacidad económica, propiedades, -o simplemente señalarlos como sus enemigos-, estimula la aversión en su contra y la posibilidad de ser víctimas de violencia.
Paseo Usumacinta s/n Esq Ayuntamiento. Col Gil y Sáenz, Villahermosa, Tabasco