En un México pululante de lores y ladies, resulta sorprendente que el mayor escándalo de este mes sea el propiciado por una ciudadana argentina: Ximena Pichel.
Su evidente desprecio por la autoridad, acompañado de un racismo exacerbado que fue expuesto en redes sociales y viralizado, ocasionó la pérdida de varios contratos profesionales y obligó a la argentina a pedir disculpas.
CUANDO UNA DISCULPA NO ES SUFICIENTE
Justo en medio de una carta de disculpa reconociendo su error —sumada a otra que su marido dio en nombre de su hijo—, Ximena Pichel se convierte en un claro ejemplo de cómo destruir tu imagen pública en menos de una semana. Y, más importante aún, pone en tela de juicio la capacidad de la autoridad para poner orden, no solo a los ciudadanos, sino a toda persona, sea de la nacionalidad que sea.
Pero vayamos por partes y analicemos las disculpas. Existen dos clases: la sincera, proveniente de un arrepentimiento genuino, y la disculpa por compromiso, donde el arrepentimiento es nulo, pero se gana más o se pierde menos al ofrecerla. Ya lo dice el viejo y conocido refrán: más vale pedir perdón que pedir permiso.
En este segundo caso se encuentra Ximena Pichel, y permítanme explicarles por qué.
Un arrepentimiento genuino implica no solo reconocer el error, sino evitar cometerlo de nuevo. Pero la señora Pichel mantiene como conducta habitual el maltrato y la humillación, como lo demuestra otro video donde se ve cómo trata con desprecio a una guardia de seguridad.
En su carta de disculpas expone: “Quiero compartir que este suceso ha afectado profundamente mi imagen y reputación personal y profesional… Hoy asumo mi error con humildad y solo quiero transformarlo en una oportunidad para crecer, aprender y demostrar que mi corazón y mis valores son mucho más grandes que cualquier tropiezo”.
En ese primer párrafo, ciertamente expone lo mucho que su imagen pública y reputación se han visto afectadas, pero en lugar de asumir la responsabilidad total, se la atribuye al suceso en sí mismo. Luego, al referirse al deseo de demostrar sus valores, su reiterada conducta desmiente sus palabras y constata que sus valores son los que claramente expresó con palabras altisonantes.
No es un hecho aislado. No se trata de una situación que la desbordó, sino de que dejó muy claro quién es y cómo piensa.
Cuando dice: “Hoy inicio este camino con humildad pero con la frente en alto y con la dignidad de quien sabe que es responsable de sus palabras y actos”, deja claro que su único objetivo es acabar con el escándalo. No porque lamente la ofensa, sino porque una disculpa genuina requiere bajar la cabeza en señal de arrepentimiento y su frente en alto es señal de orgullo. No se trata de salvar la dignidad que ella misma socavó.
ESCÁNDALO INTERNACIONAL Y EL MENSAJE DE TRASFONDO
¿Qué consecuencias, además del escándalo y la pérdida de contratos laborales, sufre Ximena Pichel?
Actualmente, ninguna. Aunque la presidenta Claudia Sheinbaum calificó el hecho como aberrante, no ha sucedido nada más. Esto deja un mensaje muy claro de México para el mundo:
Que cualquier extranjero puede venir, insultar a la autoridad, humillarla, discriminarla y ni una multa obtiene, porque hay impunidad.
Esta mujer cometió un delito señalado en la ley:
- Artículo 206 del Código Penal de la Ciudad de México. Sanciones: 1 a 3 años de prisión o 25 a 100 días de trabajo comunitario, más multa.
- Reglamento de Tránsito de la Ciudad de México. Misma sanción: multa correspondiente.
EL HUBIERA NO EXISTE
El mensaje más fuerte que resuena ahora no es el de Pichel, sino el de la nación. Un país que debería proceder de acuerdo a la ley, sin importar si la infracción la comete una argentina o alguien de cualquier nacionalidad. La ley, en teoría, se aplica sin distinción.
Lo que se debería hacer y no se ha hecho (y no entendemos por qué):
- Acciones penales inmediatas.
- Levantar denuncia por discriminación ante el Ministerio Público.
- Documentar evidencia: video, audio, testimonios.
- Iniciar carpeta de investigación por el delito del artículo 206 del Código Penal CDMX.
- Notificar al INM sobre la conducta delictiva de la extranjera.
Esta falta de acción deja un mensaje fuerte y claro.
A NIVEL NACIONAL:
- Erosión del principio de autoridad: los extranjeros perciben que pueden insultar sin consecuencias.
- Desmoralización del personal de seguridad: sensación de desprotección institucional.
- Precedente peligroso: otros podrían replicar la conducta.
A NIVEL INTERNACIONAL:
- Imagen de México como Estado débil: incapaz de hacer cumplir sus leyes.
- Discriminación inversa: diferentes estándares para nacionales vs. extranjeros.
- Mensaje contradictorio: México predica respeto a migrantes, pero no exige respeto para sus autoridades.
El mensaje indirecto y peligroso: “Los extranjeros pueden discriminar e insultar a autoridades mexicanas sin consecuencias.”
Esto:
- Socava el estado de derecho.
- Genera resentimiento social.
- Contradice los principios de reciprocidad internacional.
- Debilita la autoridad del Estado mexicano.
Y así, queda en evidencia cómo una argentina pone de manifiesto la verdadera crisis en México. No se trata solo de racismo y clasismo reiterado, sino de algo más alarmante: que unas disculpas de dientes para afuera y una relativa fama y estatus son más importantes que hacer valer la ley en un país que, al parecer, la aplica dependiendo de quién se trate. Dicho de otra forma: dependiendo del sapo será la pedrada.
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