OPINIÓN

El líder es un administrador de voluntades

César Luis Menotti, estratega de futbol y filósofo de la vida, alcanzó la cima al ganar la Copa del Mundo en 1978, en el campeonato mundial disputado en su país.

Menotti es recordado y reconocido por sus éxitos en la cancha, pero su figura ha trascendido por sus conceptos, por sus ideas y por su influencia en el pensamiento estratégico.

Hasta antes de 1978, la selección Argentina había sido un equipo competitivo, pero nunca había ganado una Copa del Mundo, a pesar de haber tenido jugadores de clase extraordinaria, el equipo argentino solía quedarse al margen en los momentos cruciales.

Para muchos expertos, el momento decisivo, clave y fundamental en la historia del futbol argentino, ocurrió con la llegada de Menotti a la selección, no solo por el aporte de sus conceptos deportivos, sino por el liderazgo que ejerció en cada uno de los elementos de aquel legendario equipo.

Menotti solía decir que el entrenador es en realidad un administrador de talentos y voluntades. Tenía razón.

El éxito de toda organización, depende -en gran medida- en permitir que cada elemento esté en el lugar y momento adecuado; de nada sirve tener a un goleador en la banca.

El equipo argentino del 78 tenía un líder en cada posición, desde el gran Ubaldo Matildo Fillol en la portería, pasando por el capitán Daniel Alberto Pasarella en la defensa, Oswaldo Ardiles en la media, o el grandísimo goleador, Mario Alberto “El Matador” Kempes en el ataque, cada quien y cada uno aportando su talento y habilidades para el bien mayor, el triunfo del equipo.

Los cotos de poder que se crean al interior de una organización, suelen ser uno de los principales obstáculos para su crecimiento y desarrollo.

La mala gestión del recurso humano, termina provocando grandes pérdidas y un ambiente improductivo y nocivo.

Las selecciones argentinas hasta antes de aquel Mundial, habían sido victimas de los egos y las vanidades de sus propios jugadores, individualismos que en los momentos decisivos no eran suficientes para alcanzar el triunfo.

El reto al que se enfrentó Menotti, y al que se enfrenta todo líder, es convencer y comprometer a sus jugadores de trabajar de manera solidaria en favor de un bien superior, aportando sus talentos y habilidades para alcanzar el éxito.

La disciplina, el respeto y el trabajo solidario entre los miembros de un equipo, son fundamentales para alcanzar las metas y objetivos en toda organización.

Los egos, vanidades e intereses personales, generan una lucha intestina improductiva y ociosa.

Toda organización requiere de un alto sentido de autocrítica, y sus integrantes deben contar con la madurez para aceptarla. Ese es uno de los principios del modelo japonés de Mejora Continua.

Los equipos de alto rendimiento son implacables con los errores, y trabajan en ellos para superarlos. No los esconden, no los solapan, los enfrentan y los convierten en oportunidades.

Otro gran estratega del futbol que ha trascendido más allá de esa disciplina, es Jorge Alberto Valdano, campeón del Mundo en 1986 y ex jugador y director general del Real Madrid, Valdano ha escrito varios libros sobre liderazgo, en uno de ellos llamado “Los 11 poderes del líder”, detalla los atributos y compromisos que todo líder debe ejercer para capitanear y dirigir equipos de alto rendimiento.

1.- Credibilidad

2.- Esperanza

3.- Pasión

4.- Estilo

5.- Palabra

6.- Curiosidad

7.- Humildad

8.- Talento

9.- Poder del Vestuario (trabajo solidario en equipo)

10.- Simplicidad

11.- Éxito

El camino al éxito está plagado de intentos fallidos, la historia de Newton es el mejor ejemplo, intentarlo una y otra vez sin miedo a equivocarse hasta lograr el objetivo.

Fallar con la voluntad de lograrlo es aprender, porque cada vez que fallas adquieres experiencia; fallar es tener el valor de tomar decisiones y se convierte en una lección de vida si se aprende del error.

Esa es la filosofía de uno de los líderes más innovadores e importantes de nuestros tiempos, el magnate británico Richard Branson, presidente de Virgin Group, quien tiene un modelo de recompensa para sus colaboradores que intentan innovar procesos, sin importar que estos no siempre resulten exitosos. Se premia el valor y la voluntad de querer hacer las cosas mejores y más eficientes.

La cultura del éxito en una organización se construye todos los días, alentando a los integrantes del equipo a ser mejores.

La competencia interna es sana y necesaria, pero es importante no confundir la competencia con la disputa; el objetivo de la organización es el bien mayor.

Menotti lo sabía, su gran reto no era en el terreno deportivo, ahí contaba con 22 extraordinarios y talentosos jugadores, su gran desafío y en el que trabajó para lograr el triunfo, era administrar la voluntad de sus jugadores, motivarlos y enfocarlos para que cada uno de ellos pusiera a disposición del equipo sus habilidades, talentos, fuerzas y la su voluntad de ganar como equipo, porque al final el triunfo del equipo fue la victoria de cada uno y su paso a la historia.

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