OPINIÓN

Keynes tenía razón

La paradoja del Estado Benefactor, que fue combatida por el modelo neoliberal, vuelve a resurgir y a cobrar vigencia hoy más que nunca, ante el escenario caótico que ha generado la pandemia del Covid-19 en la economía mundial.

 Ya en el pasado la intervención del Estado fue necesaria para rescatar la economía, tal y como ocurrió en la gran crisis de 1929 en EEUU,  donde  el entonces presidente  Franklin Roosevelt, tuvo implementó el modelo Keynesiano para reactivar la economía.

Los postulados de Keynes plantean que la intervención del Estado es necesaria para moderar los excesos y distorsiones de la actividad económica, lo que se conoce como ciclo económico. La teoría de Keynes  apuesta  por un Estado Benefactor frente a una crisis económica como la que ahora se vive.

El modelo keynesiano  se sustenta en algo que el propio Keynes llamó “la demanda agregada”,  que puede entenderse como la sumatoria del gasto de los hogares, las empresas y el gobierno, y la cual es la principal fuerza de la economía. Keynes duda de la capacidad del libre mercado para generar empleos y bienestar en general;  en cambio, apuesta abiertamente  por  la intervención del Estado en la generación de fuentes de empleo  y el control de precios de productos básicos y de primera necesidad.

La gran crisis de 1929 demostró que en ciertos escenarios, el mercado por sí solo es incapaz de salvar la economía, lo que motivó diversas reflexiones y planteamientos sobre las causas de la caída del llamado capitalismo salvaje, una de esas reflexiones vino de parte de John Maynard Keynes.

Keynes nació en Cambridge, Inglaterra en 1883, su vida estuvo estrechamente ligada a la universidad de su ciudad natal. Pero su  obra y su legado  fueron mucho más complejos que la de un profesor universitario. Keynes fue un hombre de negocios, escritor, asesor de gobiernos, conocedor y crítico de artes, pero sobre todo, fue un hombre con una visión crítica de la sociedad de su época; destacó  en su intento de reformar la teoría económica, misma que quedó plasmada en su libro más importante: Teoría general del empleo, el interés y el dinero; publicado en 1936 y escrito en los años de la depresión.

No existe ninguna duda, y no es un tema a debate, el reconocimiento del capitalismo como el  modelo económico más exitoso de nuestros complejos tiempos, ha sido el capitalismo y sus libertades asociadas para generar riqueza, las causas del gran crecimiento experimentado por los países de Occidente, que ha producido una evidente mejora del nivel de vida de sus habitantes.

Sin embargo el modelo no es perfecto, y a la par de su éxito también genera una serie de desequilibrios, excesos y distorsiones que impactan en la gente, sobre todo en la concentración del poder  económico y de los grandes capitales, dejando a la deriva a las clases marginadas.

En el siglo XIX  la idea de que el libre mercado y un sector público reducido constituían la mejor fórmula para conseguir la prosperidad era aceptada por la mayoría, pero en el siglo XX, luego de  la Gran Depresión de los años treinta, el modelo entró en crisis y fue puesto en duda, fue así como el Estado pasó a ser protagonista indiscutible de la vida económica. Uno de los intelectuales que más influyeron en esa transformación fue, sin duda, John Maynard Keynes.

La Gran Depresión fue el momento estelar para demostrar y poner en práctica el modelo keynesiano. Ante la incapacidad del mercado de sacar adelante la economía, el presidente Roosevelt  tomó la decisión de intervenir con recursos del públicos para reactivar el empleo, la producción y el consumo;  fue entonces que Keynes y su modelo vivirían un momento estelar en la historia, pasaría de ser una simple teoría a un modelo capaz de ponerse en práctica y demostrar su eficacia.

Con la Teoría general de Keynes no sólo surgía un nuevo modelo económico; nacía también una visión distinta de la política económica. Ciertamente la obra de Keynes cambió  la forma de entender la economía tras la Segunda Guerra Mundial  y se volvió dominante  tanto el mundo académico como en el político, hasta que entró en crisis en las décadas de 1970 y 1980, cuando la corrupción, la mala administración, el sobre endeudamiento y los excesos del propio Estado, provocaron su colapso.

La primera recesión del siglo XXI ha hecho revivir el modelo Keynesiano. Los millonarios paquetes económicos implementados  por los gobiernos de Francia, España, Italia, China, Japón, Corea del Sur, Alemania, Gran Bretaña, Canadá y por supuesto Estados Unidos, demuestran una vez más, como en el pasado en la Gran depresión, que el modelo de Keynes sigue vigente, y que ante escenarios donde las fuerzas del mercado son incapaces de salvar a la economía, es necesaria la intervención del Estado Benefactor.

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