El presidente Andrés Manuel López Obrador conmemoró hace unos días la “nacionalización del petróleo”, que en realidad fue una expropiación y estatización del petróleo. 

PEMEX actualmente es propiedad privada de los funcionarios gubernamentales, quienes manejan esa empresa como si fuera de su propiedad. 

El “pueblo”, teórico dueño, solo recibe una gasolina más cara y de peor calidad a la que venden varias empresas privadas en los Estados Unidos, donde la mayoría tienen ganancias, mientras en México, pérdidas. 

Los únicos que ganan con el monopolio estatal de PEMEX son los burócratas que lo manejan, y sus amigos o parientes que les venden productos o les prestan servicios a sobreprecios.