Hace dos años mi paisano Andrés Manuel López Obrador tomó protesta como presidente de la República, y nos prometió a los mexicanos una “cuarta transformación”; pero lejos de tener cambios positivos, ha ocasionado graves daños a la estabilidad económica, política y social de nuestro país. La semana pasada, desde los cómodos aposentos de Palacio Nacional, el presidente ofreció un mensaje a la nación basado en la demagogia, falsas promesas, así como nulos resultados, y más que un informe fue un recuento de los daños que ha causado su propia transformación.
En tan sólo 24 meses, la promesa de crecer al 4% anual y al 6% para el fin del sexenio se esfumó, hoy los mexicanos vivimos en una recesión, sin empleos ni oportunidades. El presidente asegura que, por el combate a la corrupción, México ha recuperado cerca de 2 billones de pesos, ¡pero es mentira! si eso fuera cierto estaríamos creciendo 5% y no -10% como estiman los expertos. La oscura realidad es que se han perdido 4 millones de empleos, más de 10 mil empresas han dejado de operar y casi 11 millones de mexicanos se han unido a las filas de la pobreza. ¡Esos son los datos!
Además, el Gobierno se ha empeñado en impulsar políticas públicas que van en completo contrasentido a lo que necesitamos: fomentar la confianza y la atracción de inversiones. En lugar de encender motores para la recuperación económica, por ejemplo, nos mandan desde el ejecutivo una iniciativa para desaparecer la subcontratación laboral, el llamado “outsourcing”, la cual contraviene en lo establecido en el artículo 5 de nuestra constitución que permite el trabajo lícito para cualquier persona, y además ocasionará que millones de mexicanos se sumen a la informalidad, al trabajo precario o al desempleo.
Y en medio de la peor crisis económica vivida en México, los estragos de la pandemia continúan. México se ha vuelto el peor país para vivir en la era del coronavirus según el Índice de Resiliencia de Bloomberg; sólo considerando datos oficiales hay más de 100 mil muertes registradas, somos el primer lugar en muertes entre el personal médico, el país con la mayor tasa de letalidad por COVID (9.8 muertes por cada 100 personas), último lugar en la aplicación de pruebas de la OCDE, y la estrategia para el control y seguimiento es tan opaca, que el propio jefe de la oficia de la OMS hizo un estricto llamado a nuestras autoridades para tomarse en serio esta pandemia
Además, debo decir con toda claridad que no hay recursos asignados para la compra y distribución de la vacuna en el presupuesto 2021. La Secretaría de Salud anunció que ya se tenía un convenio con la farmacéutica Pfizer para la fabricación y obtención de la vacuna; sin embargo, al no haber etiquetado recursos para este fin, ¿de donde saldrá el dinero? Lo que urge es transparencia.
Han sido dos años de mucha simulación e improvisación por parte de nuestras autoridades. Dos años en los que la excusa del “combate a la corrupción” y la austeridad republicana convertida en pobreza franciscana han resultado en un México más ignorante, más pobre, más vulnerable y más desigual. La elección de 2018 ha quedado atrás y es tiempo de que el Gobierno abra los ojos y se dé cuenta lo que los ciudadanos ya sabemos ¡no hay nada que celebrar!
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