El nuevo ciclo escolar da inicio hoy, pero se dará en medio de polémicas, una enorme polarización y lo más delicado, con fallas que podrían tener consecuencias muy graves para el presente y futuro de nuestro país.
Hace unos días en el Congreso de la Unión, varios diputados del Frente Amplio por México organizaron un foro para discutir las implicaciones del nuevo modelo educativo con la presencia de expertos, docentes, científicos e investigadores; desde aquí mi felicitación a la diputada mexiquense Ana Lilia Herrera quien fue la coordinadora de este importante esfuerzo.
Llegaron a varias conclusiones, la primera que hay graves errores pedagógicos y conceptuales que difícilmente se corregirían con una fe de erratas, es decir, necesitamos nuevos libros de textos. Y la segunda, la falta de coherencia curricular. ¿Qué significa esto? Que los contenidos no son adecuados con respecto a la edad, tanto en conocimientos con en nivel motriz; que son tremendamente desordenados, no van de lo más simple a lo más complejo, más bien parecen un amasijo de conceptos con definiciones inconexas y desorganizadas, y que no existe un orden gradual del aprendizaje.
Gracias a las voces de organizaciones, padres de familias y legisladores, ya son 8 los estados de la república que han frenado su distribución: Guanajuato, Coahuila, Chihuahua, Jalisco, Aguascalientes, Colima, Querétaro y Estado de México. El centro del amparo concedido es muy sencillo, no siguieron el procedimiento establecido en la ley, primero publicaron los libros y recientemente los programas educativos cuando es justamente al revés, y encima, reservaron toda la información relativa a la integración del proceso por 5 años.
Una vez más, este gobierno de cuarta quiere orillarnos a la polarización. Los que están a favor y los que están en contra. Los campos formativos que quieren enarbolar nadie los cuestionaría, siempre y cuando no implicaran el debilitamiento de las disciplinas, la exclusión de los expertos o el adoctrinamiento en una ideología política.
La única verdad es que la “nueva escuela mexicana” desprecia el conocimiento científico, malamente lo equipara con saberes de las comunidades como las prácticas de la herbolaria, hechicería o supersticiones, y peor aún, lo considera al servicio del capitalismo y las clases opresoras. Tampoco toma en cuenta los avances relacionados con la neurociencia, la psicología del aprendizaje o las técnicas más modernas educativas. “Sencillamente las borra” – esto lo dice Eduardo Backhoff -, ex presidente del desaparecido Instituto para la Evaluación de la Educación.
En la voz de algunas personas que participaron, el Libro Sin Recetas para los maestros más que ser una herramienta con estrategias y recursos para el aprendizaje son instrucciones con posicionamientos ideológicos. Además, no hay libros de texto en lengua indígena ni tampoco para educación especial.
Fue mi paisano el presidente, quien aseguró que habría educación de excelencia, pero fue su propio partido quien redujo el presupuesto para escuelas normales en más de 50% o el de capacitación en 90%, dejando solo $190 por maestro para este 2023, y en pleno proceso de implementación de un nuevo modelo educativo es inconcebible.
La educación es un derecho constitucional, atentar contra él es estar en contra del futuro de México. Los libros de texto para este ciclo no son confiables, implicarán un enorme desafío para el magisterio y una mayor carga para las familias. Triste y oscuro regreso a clases.
¡Con los niños no!
@PerezSoraya
Paseo Usumacinta s/n Esq Ayuntamiento. Col Gil y Sáenz, Villahermosa, Tabasco