María es madre, esposa, ama de casa y tiene dos niños, Javier de 5 añitos y Alberto de 8, este diciembre hizo una pequeña cena en su casa con su familia sin saber que era positiva a COVID19. María contagió a su esposo y a sus hijos, todos con dolor de cabeza y muscular sin entender qué estaba pasando. Cada PCR costó más de mil pesos más los análisis que seguía pidiendo el médico al que normalmente acudían, el malestar del más pequeño no cedía y terminaron en el hospital, donde pasó más de dos semanas en condiciones críticas. Esto, es lo que sucede en México con miles de niñas y niños que están contagiados y que según la Organización Mundial de la Salud (OMS) debieron tener su vacuna para evitar complicaciones, incluso la muerte.
En México, hasta el 30 de enero de este año, 855 menores perdieron la vida por el COVID-19 y en mi natal Tabasco 23, el último, fue un niño de seis años que no presentó padecimientos adicionales que pudieran complicar su situación, sin embargo, murió. Ojalá y el Subsecretario Hugo López-Gatell le explicara a los padres, hermanos y familia de los menores fallecidos que su cerrazón pudo haber marcado la diferencia entre la vida y la muerte.
A pesar de todo esto, el Subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud del Gobierno Federal, Hugo López-Gatell ha asegurado que no es necesaria la vacunación contra el COVID-19 para menores de edad en nuestro país y que no es una causa de mortalidad alta. A pesar de que la COFEPRIS autorizó la vacuna en menores de edad, resulta que un burócrata de la Secretaría de Salud tiene más peso y credibilidad que la propia autoridad internacional en la materia, y siguen sin incorporarla en el plan de vacunación.
Mientras el resto del país no ha podido tomar decisiones en la materia, Nuevo León, gracias a a su joven gobernador Samuel García Sepúlveda, ya están en la segunda etapa de vacunación para niños entre 5 y 11 años con Pfizer, que fue el que aprobó la OMS para menores de 18 años. Si esta entidad continúa así, puede ser la primera en tener a todos sus niños vacunados.
En ese sentido, todos los mexicanos debemos sumarnos a la queja que el Grupo Parlamentario del PRI en la Cámara de Diputados Federal, impuso ante la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, por la sistemática negativa del gobierno de la república, para vacunar contra COVID-19 a los niños de todo el país. Desde la tierra del presidente debemos dar el ejemplo, y empezar a cuidar a los más vulnerables, a nuestros
Si dejaran de ver los problemas de salud pública como meramente políticos o electoreros, seguramente la realidad actual sería diferente, porque la vacunación para menores tiene sustento en la evidencia científica mundial, no es un capricho. Lo que si es un capricho es ignorar a los expertos y obstruir la vacunación desde la silla presidencial.
Son casi novecientas voces que dejaremos de escuchar, sonrisas que dejaremos de ver. ¡Ni uno más!
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