En una plática que sostuve hace años con Enrique Iglesias, quien fue Presidente del Banco Central de Uruguay, Presidente del BID y muy amigo del expresidente socialista de Chile Salvador Allende, que terminó su gestión con hiperinflación, macro devaluaciones y una escasez generalizada de alimentos, me hizo una confidencia que le comentó Salvador Allende.
Iglesias platicó con Allende una semana antes de que se suicidara, según unas versiones, o lo mataran durante el golpe militar que puso fin a su fallida gestión. En esa plática Salvador Allende le dijo que quienes más influyeron para generar la crisis económica que atravesaban fueron radicales de izquierda incrustados en su gobierno y partido. En otras palabras, culpó a compañeros de ideología, de partido y colaboradores, de la crítica situación en que se encontraba la economía chilena.
Algo parecido le sucede al nuevo presidente de México, Andrés Manuel López Obrador. Desde que fue nombrado Presidente electo a la fecha, varias de sus declaraciones, decisiones y acciones le han restado popularidad, creado incertidumbre, impulsado la devaluación y frenado la inversión nacional y extranjera, indispensable para el crecimiento y la creación de empleos. Muchas de sus posiciones equivocadas le han sido recomendadas y aplaudidas por asesores y radicales de izquierda dentro de su gobierno o legisladores de su partido.
Las expectativas negativas causadas por sus decisiones erróneas, no son producto de un “complot” externo o que los “mercados” se pongan de acuerdo para hacerle la vida difícil. Han sido los consejos de contratistas “amigos” los que lo llevaron a cometer la antieconómica y anti-austera decisión de cancelar el aeropuerto de Texcoco, que deja ver que en México ni la ley, ni los contratos, ni la lógica, ni los altos costos cuentan para las decisiones que tome el Presidente.
La pérdida de popularidad, la incertidumbre del sector productivo sobre lo que pasará en el país, la percepción de inseguridad y las expectativas negativas sobre la situación económica de México, no es producto de un “complot” externo sino de errores del mismo Presidente, impulsados y solapados por colaboradores, “amigos” y legisladores de su partido.
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Profesor de Economía Política
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