Al tomar decisiones apresuradas, sin tener en cuenta todos sus efectos, parece que el presidente López Obrador emula a Francisco Villa, a quien atribuyen la frase “fusílenlo, después averiguamos”.
En su búsqueda de cambios para mejorar, que celebramos, ha tomado decisiones precipitadas que pueden tener efectos contrarios y terminar, como dice un dicho popular, de los que le gusta usar, que “salga más caro el caldo que las albóndigas”, como puede suceder con la cancelación del aeropuerto de Texcoco, la construcción del Tren Maya y la refinería, entre otros proyectos.
Se me hace un desperdicio abandonar el actual aeropuerto de la Ciudad de México, con dos terminales, pero reportes de agencias especialistas en espacios aéreos, concluyen que no es alternativa para superar su saturación la operación simultánea de 3 aeropuertos, y no conozco un estudio serio que afirme lo contrario. Unos dicen que faltan pistas, otros que lo que se necesitan son puertas para desembarcar. Se presentan datos que concluyen que continuar el nuevo aeropuerto le sale más barato al gobierno, y más si lo concesiona, que cancelarlo y apostar por la dudosa operación simultánea de tres aeropuertos.
Un Presidente prudente no debe tomar decisiones basadas solo en el consejo de un contratista “amigo” con claros intereses en que se clausure Texcoco e inicie Santa Lucía, donde ese “amigo” decidirá quién hará las obras.
Toda decisión de mover, cancelar, crear, gastar y dar subsidios a determinados grupos cuesta dinero del “pueblo”, por lo que antes de ordenar una obra o cambio, el Presidente debe ponderar con base en estudios serios su viabilidad y el costo-beneficio a corto y largo plazo, sea la construcción del Tren Maya, de una refinería, de aeropuertos, de la venta del avión presidencial, de la creación de nuevas dependencias o de bajar sueldos.
Hasta ahora la impresión es que el presidente López Obrador actúa precipitadamente. Varias de sus decisiones tendrán efectos contrarios a los buscados. Por lo tanto, es necesario estudiarlas y en su caso enmendar las decisiones erróneas.
Ojalá AMLO cumpla con el dicho que reza “de humanos es errar, de necios permanecer en el error y de sabios reconocer sus errores y corregirlos”. Esperamos, quienes queremos el éxito de su gestión, que actúe con sabiduría y no con necedad.
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Profesor de Economía Política
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