Mediante la monopolización de Pemex, la CFE y la importación y distribución de medicinas, entre otras acciones, sus servidores consolidan lo que llaman “dictadura del proletariado”. Se convierten en dueños de ‘facto’ de las principales empresas y crean otras mediante amigos para recibir dinero por los contratos que reparten a su arbitrio, de donde obtienen más recursos en un año, que el 95 por ciento de los empresarios privados en toda su vida. Para muchos servidores de AMLO su enriquecimiento mediante la repartición de contratos a sobreprecios, de los cuales reciben una tajada, como en los gobiernos del PRI el siglo pasado, se justifica moralmente. En la 4T se repite la corrupción del PRI, pero ahora le llaman justicia social. Pregonan que esos recursos los distribuirán para reducir la desigualdad, pero la parte que reparten es para ganar votos.
El abandono del aeropuerto de Texcoco, que implicó tirar billones de pesos a la basura, lo aplaudieron sus servidores, al igual que la decisión de construir una refinería en un lugar inadecuado, que costará casi el doble de lo planeado.
Quienes queremos que gobierne bien, pues así le irá mejor a la mayoría de los mexicanos, al pueblo, debemos denunciar sus errores, para no convertirnos en sus enemigos, disfrazados de amigos que destruyen y se enriquecen alrededor de AMLO.