En momentos de enojo generalmente se llega al insulto. Cuando un imprudente se pasa un alto y nos avienta su carro, nos sale el decirle ¡pendejo! Es difícil calificar cuando una palabra es un insulto fuera de lugar o una expresión cotidiana en una determinada situación. Dependiendo del sistema, democracia o dictadura, se fijan los límites con los que se puede calificar a los gobernantes, hacer “memes”, mofarse de ellos con humor o ironía, se vale en una democracia.
Leí en un twitter los calificativos a la esposa del Presidente, que no son una crítica, meme, burla, ironía o discrepancia, sino insultos que reflejan odio, frustración y no ayudan a solucionar ningún problema, solo polarizan y enfrentan.
Quien se diga intelectual o científico, debe tener claro que cualquier discusión, enfrentamiento verbal o escrito, se enfoca al asunto central de la discusión. Cuando se desvía “ad personam” o “ad hominen” es que le faltan, a quien acude al ataque personal, argumentos o razones para defender su posición. Un verdadero científico tiene claro que debe juzgar a una persona o hecho con razones no con insultos, como lo hizo con la esposa del presidente, Beatriz Gutiérrez Müller.
Ese desafortunado evento debe servir no solo de ejemplo para fundamentar en razones y no en insultos las críticas a los gobernantes, también para hacerle ver al presidente López Obrador, quien en ocasiones descalifica e insulta a sus críticos, que debe demostrar la falta de veracidad de quienes le señalan errores sin descalificaciones “ad personam”. Es una incongruencia pedir que no insulten a los gobernantes, y a la vez sus colaboradores orquesten insultos a sus críticos a través de sicarios de la pluma pagados por el gobierno.
En ninguno de mis libros, desde tiempos de Echeverría y López Portillo, insulté a presidentes, ni insulto al presidente López Obrador en el libro Como evitar el colapso económico. Denuncio sus errores, le recomiendo correcciones y soluciones. En ese libro, publicado por amazon.com, basó mis críticas en datos y razones, no en ideologías y descalificaciones sin fundamentos.
No sé si el Presidente sepa de la existencia en redes sociales de un grupo de sicarios de la pluma, pagados por su gobierno, que insultan a quienes con razones criticamos sus decisiones. Hay una incongruencia entre insultar y pedir no ser insultado.
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