En el mundo de la política, es común que los actores públicos cometan errores que afectan su imagen. Un reciente ejemplo es el comentario del gobernador de Tabasco, Carlos Manuel Merino, quien generó revuelo con su declaración (cita textual): “yo no contesto pendejadas”. Este incidente pone de manifiesto cómo un desliz en la comunicación puede impactar negativamente la reputación de un funcionario público.
Como mandatario estatal, Merino tiene la responsabilidad de mantener un nivel adecuado en su discurso y representar dignamente al estado y a su gente. Aunque el humor y el ingenio pueden ser positivos, es fundamental que los comentarios se hagan con cuidado para no dañar la imagen pública. En este caso, la elección de palabras no favoreció su reputación.
Merino ha demostrado que, a pesar del cargo, la grandeza política y el nivel adecuado no se adquieren automáticamente. Su imagen pública y aceptación entre la ciudadanía se encuentran en un estado crítico. Sin embargo, esto no ha impedido su permanencia en la función pública, ya que, en México, es común que quienes tienen recomendaciones o conexiones continúen en sus cargos.
Al llegar a la Quinta Grijalva, Merino no fue electo popularmente, pero rápidamente se hizo notar por un incidente que afectó su imagen: una fotografía en la que aparecía recibiendo un pedicure en la sala de estar de la residencia oficial. Este comportamiento es algo que, por ejemplo, Enrique Peña Nieto probablemente habría evitado, dado su cuidado con la imagen.
El reciente uso del término “pendejadas” por parte del gobernador Merino pone de manifiesto dos lecciones importantes sobre la comunicación pública. Primero, el uso inapropiado del lenguaje puede perjudicar la imagen pública. En lugar de la frase empleada, una expresión más matizada podría haber sido: “no contesto a tonterías”. El uso correcto de preposiciones y un lenguaje más cuidado puede evitar malas interpretaciones y mantener el respeto adecuado.
Segundo, al intentar descalificar al legislador Eruviel Alonso, quien promovió bloqueos de carreteras para exigir el cumplimiento de demandas ciudadanas, Merino terminó perjudicando su propia imagen. Su comentario no solo fue mal recibido, sino que también dañó su reputación a nivel nacional, demostrando una falta de habilidad en la comunicación efectiva.
¿Cuál es la situación actual de la imagen de Carlos Manuel Merino? Su actuar produce la percepción ante la opinión pública de un individuo de carácter acedo, proyectando la imagen de amenguadero de la investidura institucional propia de un gobernador, cuyas declaraciones lo muestran como un personaje amazacotado.
Así que, no estaría de más hacerse de un ejemplar del diccionario de insultos “Para insultar con propiedad”. De este modo, la próxima vez que enfrente a la prensa, podría deleitar a los periodistas con un repertorio de palabras no solo memorables, sino que también mantengan un toque de respeto y dignidad que los deje admirados y boquiabiertos.
Por cierto, si mi léxico te dejó rascándote la cabeza, ¡quizá es momento de una consulta con el diccionario!
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