En algún momento de mi vida, he confesar que invertí tiempo para pensar qué pasaría si pudiésemos conocer el futuro, en otras palabras me sumé a otras tantas personas que han soñado con la posibilidad de cruzar la línea del tiempo para avanzar o retroceder en él y cambiarlo, afortunadamente la experiencia de los años, esa “sabía virtud de conocer el tiempo”, me ha permitido reconocer que es mejor ser conscientes del presente y esforzarnos y trabajar en el ahora para tener un mejor futuro.
Sin embargo, en materia del destino que tomará nuestro país, la llegada de septiembre genera expectativa porque nos permitirá entender si la presidenta electa Claudia Sheinbaum gobernará construyendo su propio camino como gobernante o será una extensión del poder de AMLO.
Antes de que empieces a sulfurarte, permíteme explicarme, pues actualmente el opinar es un deporte de alto riesgo.
Tener dudas e incertidumbre es natural especialmente en los nuevos comienzos, y para México este es el caso.
El 1 de septiembre entrará en funciones la LXVI legislatura y el presidente López Obrador espera poner sobre la mesa una serie de iniciativas, conocidas como el “plan C” conformado por 20 reformas constitucionales enviadas desde febrero.
López Obrador señaló públicamente que no quiere imponer nada, es por ello que ha expresado que estas iniciativas las tiene que hablar con Sheinbaum para ponerse de acuerdo. Es por ello que los mexicanos estamos a la expectativa ante dos escenarios:
El primero, deseable y apropiado es que Claudia Sheinbaum en su calidad de presidenta sepa poner distancia operativa no afectiva, de los deseos de AMLO. Aunque desde luego, sabemos que esta nueva administración dará continuidad a muchos proyectos iniciados por su predecesor. Lo que no deseamos, es tener a un nuevo Andrés Manuel con faldas.
El segundo, consiste en aceptar los “consejos” y “propuestas” al pie de la letra del hombre que políticamente la apoyó, la arropó como mentor y la colocó en el camino correcto hacia la presidencia. Esta posibilidad poco o muy probable, en caso de materializarse nos llevaría de regreso al pasado, a las viejas prácticas del siglo XX, como en el caso del gobierno del presidente Calles y sus sucesores.
Si bien es cierto que una cosa es la gratitud ¿Será Claudia Sheinbaum capaz de decirle no a los deseos de AMLO?, y si esto sucede ¿Lo aceptará él o la calificará de traidora? Cómo dije en un principio estás inquietudes comenzarán a responderse en septiembre. Hasta entonces estos dos estarán como la canción de Mocedades: ¿Qué pasará mañana si tú te marchas y yo me quedo?
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