Como seres humanos, nuestro día a día está inmerso en interacciones con diversos individuos, ya sean conocidos o extraños. Desde el saludo matutino al vecino hasta las interacciones laborales, nuestras vidas están entrelazadas con personas de diferentes trasfondos y experiencias. En este escenario, la impresión que causamos al relacionarnos con quienes nos rodean se convierte en una parte esencial de nuestra experiencia social.
Lamentablemente, para un sector significativo de la población en nuestro país, la atención selectiva representa un desafío constante para su imagen y reputación. Esta negligencia, ya sea accidental o intencional, conduce a una consecuencia común: una percepción negativa.
Imaginemos una situación en la que visitamos a un funcionario acompañados de otra persona. Al llegar, nos saludan efusivamente, nos estrechan la mano, pero nuestro acompañante parece volverse invisible. Este tipo de situaciones, aunque lamentablemente comunes, tienen un impacto duradero en la percepción social.
Otro ejemplo palpable de esta invisibilidad social se presentó en una cafetería, donde un conocido se acercó a saludar a su amigo que tenía mucho tiempo sin ver. A pesar de la amistad entre ellos, el saludo fue breve y sin una sola mirada hacia la dama que acompañaba al amigo. La invisibilidad persistió incluso al despedirse
Estos episodios no son aislados y, desafortunadamente, se repiten con frecuencia en nuestra cotidianidad. Más que un simple desprecio, estas escenas parecen reflejar problemas de educación y urbanismo, que van más allá de un simple descuido.
Invisibilizar a las personas resulta en un daño significativo a la imagen pública, ya sea a nivel personal, de marca o empresarial. Un ejemplo ilustrativo es el encuentro de un distinguido caballero con un director de empresa, acompañado de otro profesional destacado. A pesar de su relevancia en la reunión, la secretaria, al ofrecer café solo al caballero, ignoró por completo a su acompañante.
En conclusión, la invisibilización de las personas, aunque a menudo inadvertida, tiene un impacto palpable en la imagen pública y la reputación, generando una llamada de atención para reflexionar sobre la importancia de la atención equitativa y la consideración hacia aquellos que nos rodean. La construcción de una sociedad más consciente comienza con pequeñas acciones que demuestran respeto y reconocimiento a la diversidad de quienes nos rodean.
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