Te levantas muy temprano por la mañana, si es preciso omites el desayuno para llegar temprano al trabajo, desempeñas tus deberes con eficiencia, incluso aceptas esas horas extras de trabajo que implican más deberes aún a costa de sacrificar el tiempo con la familia. Y justo cuando esperas que todo tu esfuerzo sea recompensado con el aumento de salario o ascender a otro escalafón dentro de la empresa, te hacen a un lado con una sonrisa en los labios expresando un: “ya será para la próxima”.
Esto es una constante en el mundo laboral, especialmente para las mujeres a quienes no siempre se nos recompensa ni retroalimenta igual que al hombre, son aún muchos los casos a nivel mundial donde el salario de los hombres es mayor o igual que el de una mujer, incluso hay quienes laboran menos horas o tienen menor responsabilidad pero gozan de mayores beneficios y retribuciones que sus compañeras mujeres. Entonces ¿cómo equilibrar la situación en un ambiente ejecutivo con diferencias tan arraigadas?
La credibilidad es una llave hacia el éxito. No es un efecto, es una mezcla de factores donde la apariencia juega un rol destacado. Si viste la película “El Diablo viste a la moda” te darás cuenta que el mundo laboral no solo es competitivo y voraz, no es suficiente ser bueno en lo que haces, se requiere mucho más, tiene poseer ese efecto donde todos al verte digan ¡wow!
En imagen pública hay una ley que dice: “no basta con ser, hay que parecer”, por tanto, la credibilidad únicamente tendrá efecto sobre los demás cuando tu exterior es coherente con lo que eres interiormente. La integridad, la honradez, la lealtad no están sobrevalorados, son necesarios e imprescindibles para tener credibilidad y conservarla, sin embargo; integrar a estas cualidades una vestimenta acorde al protocolo y códigos internos de tu organización, reforzarán esa credibilidad que buscas, dando así la imagen exitosa que viene acompañada de más oportunidades laborales. Por ejemplo, Grupo Alen, a quien identificamos mejor por sus productos Pinol y Cloralex, prohíbe dentro del código de vestimenta de sus colaboradoras el uso de prendas escotadas y sin manga. Esto indica que su imagen y arreglo personal debe respetar las reglas de la organización, sin que por ello su elegancia y estilo se vean afectados.
Hay un dicho que dice “ente broma y broma, la verdad se asoma”, en el cine sucede algo similar. En la película “Un extraño en la escalera” protagonizada por Silvia Pinal y Arturo de Córdoba, hay una escena donde éste último narra cómo después de entrevistar para el puesto de secretaria a muchas chicas, se decidió por la Pinal, mejor dicho, por el personaje caracterizado por la gran Diva, en una secuencia de imágenes pasaron muchachas poco atractivas, aquellas que la gente denomina “pasaderitas”, es decir, que no están mal, pero tampoco de muy buen ver. La ganadora del puesto de taquimecanógrafa fue, no a la más eficiente sino a la que mejor se veía, y en pleno siglo XXI esas reglas siguen firmes en el mundo laboral. Esto es así porque la apariencia constituye nuestra carta de presentación a los demás, en especial cuando de primeras impresiones se trata. Pero no es suficiente.
La credibilidad es esencial para tu carrera profesional, pero esta únicamente tendrá el efecto deseado mediante el equilibrio de habilidades y destrezas, tu calidad como persona, es decir, tus valores morales y éticos y desde luego, tu apariencia. La falta de uno de estos elementos hará más complicado alcanzar tus objetivos laborales en este medio. Aquí es donde el adagio de “Vístete para el puesto que quieres no para el que tienes” cobra valor, pero recuerda, para gozar de credibilidad requieres el juego completo de elementos que acabo de mencionar, la mera apariencia, tiene efectos a corto plazo, podrás escalar por un tiempo, pero sin el resto de atributo al final te estancarás. Este es el costo de la credibilidad.
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