Para quienes gustan del cine y las telenovelas, Teresa es una de las historias más exitosas de Mimi Bechelani, no solo por su originalidad, sino porque las interpretaciones que ha tenido a lo largo del tiempo (una película, en 1961 (protagonizada por Maricruz Olivier), y cuatro telenovelas: tres de ellas con ese título, realizadas en 1959 (con Maricruz Olivier), 1989 (con Salma Hayek) y 2010 (con Angelique Boyer); y una más con el nombre El cuarto mandamiento, protagonizada por Pituka de Foronda) hacen de Teresa, una mujer con algo más importante que enseñar, además de su belleza e inteligencia, características deseables en la imagen pública. De esta mujer, y especialmente de su historia, hay tres lecciones que nos ayudarán a perfeccionar la manera en cómo nos perciben los demás, y mejorar nuestras relaciones sociales.
- Escucha con atención. Saber escuchar es esencial para la comunicación, no sólo hace que nuestros interlocutores se sientan escuchados sino también comprendidos, y eso es algo que se agradece enormemente. Para ello, debemos entender que tenemos dos oídos para escuchar más y una sola boca para hablar lo suficiente. Sin embargo, cuando aprendemos a escuchar de verdad, la forma de percibir y comprender la información que recibimos también mejora, evitando con ello errores y malos entendidos. Teresa, no solo prestaba atención, su éxito para ganar la confianza de los demás consistía es una poderosa estrategia de escucha activa.
- Discreción ante todo. En 1961, Maricruz Olivier interpreta a una Teresa astuta, dueña de una cualidad que bien encaminada, contribuirá a tener una imagen pública deseable y envidiable: la discreción. Ser discreto en todo momento, siguiendo el viejo adagio de “ver, oír y callar” te llevará muy lejos en tu carrera profesional y ni qué decir de tu vida personal. Es cierto que el chismoso y el lambiscón pueden progresar muy rápidamente, pero a esa misma velocidad caen y fracasan, no obstante; para los discretos el honor y la amplia estima siempre estarán de su lado.
- La elegancia y la sencillez son grandes aliados. En imagen pública hay una ecuación tan exacta como las matemáticas: “menos es más”. Así que ser y verte elegante no significa que debes colgarte hasta el molcajete. Teresa no tenía acceso a joyas ni a vestidos de lujo, pero el buen gusto y un vestido confeccionado a la medida y bien hecho son suficientes para verte genial. Las marcas de lujo no garantizan verte bien ni tener clase, pero una buena percha, limpieza, el uso de colores adecuados y ropa de buena calidad siempre te darán buena imagen.
Si con estas cualidades Teresa conquistó el corazón de todos a su alrededor, sin duda tú no serás la excepción.