“Del alcalde de un pueblo de Moravia al que de pequeño yo iba con frecuencia de excursión, contaban que tenía en su casa un ataúd preparado para su propio entierro y que, en sus momentos felices, cuando se sentía especialmente contento de sí mismo, se acostaba en él y se imaginaba en su propio entierro. No conocía en su vida nada más hermoso que esos momentos de ensoñación en el ataúd. Permanecía en su inmortalidad.”
La cita es de la novela La inmortalidad (1988) de Milan Kundera, dramaturgo, ensayista y poeta checo que falleció el pasado 11 de julio en París, Francia.
La relación de Kundera con América Latina siempre fue fructífera: de ida y vuelta. En el mítico año de 1968, tres meses después de la invasión rusa a Checoslovaquia, el argentino Julio Cortázar, el colombiano Gabriel García Márquez y el mexicano Carlos Fuentes viajaron en tren y visitaron en Praga al novelista checo.
Sobre esa reunión de mentes creativas en medio de la amenaza rusa, Kundera recordó: “Pasé con ellos una semana inolvidable. Nos hicimos amigos. Y justo después de su partida pude leer, todavía en pruebas de imprenta, la traducción checa de Cien años de soledad”;
Gabriel García Márquez confesaría a Kundera que el realismo mágico de los escritores latinoamericanos se debía en parte a la influencia del escritor checo Franz Kafka (La metamorfosis, Carta al padre), quien enseñó que se puede escribir de otra manera y romper con los esquemas tradicionales de la novela.
Kundera publicó en idioma checo La Broma (1967), El libro de los amores ridículos (cuentos, 1969), La vida está en otra parte (1969) y La despedida (1972). De su país natal tuvo que emigrar a Francia en 1975, como persona non grata, pero el exilio social y artístico le otorgó una mirada abarcadora de la condición humana, más allá de las nacionalidades que consideró “etiquetas históricas inservibles”.
La broma fue el libro que lo convirtió en un referente de la literatura universal; en él aborda con originalidad el tema de la opresión política desde la perspectiva filosófica, sociológica y psicológica, y sus personajes -desde su intimidad- exponen sus miedos, contradicciones, ilusiones y esperanzas.
En 1981 publicó en Francia El libro de la risa y el olvido, pero se le conoce en el mundo de la cultura de masas por La insoportable levedad del ser (1984), best seller a pesar de Kundera. Desde 1993, a raíz del extraordinario libro de ensayos Los testamentos traicionados, cambió su escritura al idioma francés. Con su muerte quizás pueda resurgir la curiosidad hacia su obra. Aquí algunas perlas kunderianas:
“Puede que la muerte sea necesaria. ¿Pero no se podía haber inventado de otra manera? ¿Acaso es necesario dejar tras de sí un cuerpo que hay que meter bajo la tierra o arrojar al fuego? ¡Todo esto es un horror! En todas partes se sabe que la Tierra es un horror, dice el invitado”. El autor checo desvela aquí una marcada fascinación por la mortalidad y la inmortalidad; de ahí que su propuesta haya sido trascender a la eternidad a través de los pensamientos y emociones.
“Bettina, que aspira a una gran inmortalidad, dice: Me niego a morir con el presente y sus preocupaciones, quiero trascender a mí misma, ser parte de la historia, porque la historia es la memoria eterna”. Los personajes de Kundera – cómo él- luchan por ser recordados y dejar un legado duradero, buscan la inmortalidad a través del arte o de la conexión con otras personas; para ellos la naturaleza efímera de la vida humana debe centrarse en la inmortalidad.
Para Kundera la percepción del tiempo y la memoria influyen en nuestra comprensión de la inmortalidad:
“Antes de entrar en la última fase de la agonía le dijo: “ya no me mires”. Y ésas fueron sus últimas palabras que oyó de su boca, su último mensaje.
Le obedeció; inclinó la cabeza hacia el suelo, cerró los ojos, dejó que lentamente y sin ser visto se fuese al mundo en el que ya no hay rostros”.
Reflexión final: la novela moderna alcanzó su apogeo en América Latina gracias al boom del realismo mágico. La felicidad de los amigos escritores en Praga fue vigilada por las metralletas del ejército ruso. Esos escritores viven ahora en la inmortalidad de sus novelas, mientras que los rusos libran una nueva batalla con Estados Unidos y sus aliados.
Mtro. Erasmo Marín Villegas, periodista, profesor universitario y exconsejero distrital electoral del IFE.
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