OPINIÓN

Educar para lo desconocido

21 mar 2023 | Erasmo Marín Villegas

Por muy limitado que parezca el poder del sistema educativo, tiene aún el poder de la transformación para una revolución cultural: Zygmunt Bauman

I

Espacios en blanco

Lo desconocido acecha en el escenario múltiple del siglo XXI. La pluralidad de medios y plataformas virtuales de información genera escenarios extraños, de anonimatos misteriosos y relatividad de puntos de vista. Lo desconocido es lo de hoy.

La educación, como proceso formativo en sus inicios, dependía de los conocimientos impartidos por los maestros. La enseñanza escolar representaba el activo más importante, con el objetivo/meta de movilidad social. Para los padres de familia era un orgullo que sus hijos fueran universitarios. Era la única herencia posible, sobre todo entre familias de la clase obrera.

El desmantelamiento del sistema educativo fue gradual pero sistemático: la ideología dominante (Capitalismo) diseñó un estilo de enseñanza que atendió de forma intensiva las necesidades del mercado empresarial, tecnológico y de consumo. Se consolidó de este modo un estilo de aprendizaje desechable que dejó atrás la asimilación sensible de contenidos. La regla no escrita, pero practicada al por mayor: olvidar en forma inmediata lo aprendido. El sistema cognitivo humano (las facultades de razonamiento) se tomó sus pausas y llegó al desuso. Casi todo se almacena en las máquinas y no existe la necesidad de memorizar ni anotar ideas valiosas o números telefónicos. Por supuesto, los resultados de las ecuaciones matemáticas están en la “nube”.  

 La Unesco reconoció que la educación no está cumpliendo su promesa de ayudar a forjar un futuro pacífico, justo y sostenible. En el mundo coexisten altos niveles de vida con profundas desigualdades económicas y sociales. La hipercomunicación digital (internet, redes sociales) lejos de unir a los ciudadanos en el conocimiento útil, cumplió el propósito de edificar sociedades consumistas, desinformadas. La era de la información (Manuel Castells) desarticula el rol de la escuela con instituciones socializadoras como la familia, la iglesia, la comunidad y la política. Lo que impera es una dependencia virtual que nos desconecta de lo real.

 El joven universitario deja entrar centenares de datos a su cabeza, pero no retiene cuestiones significativas. Lo que fácil llega, fácil se va. Es decir: no hay estrategias educativas claras para enfrentarse a lo estrictamente desconocido. Y lo desconocido es un espacio en blanco donde la educación se aleja de lo primordial: Educar para la vida.

 

II

Pensamiento humano y máquinas

En el cruce de caminos que produce el desconcierto, se debe actuar con claridad de prioridades. El próximo cambio de rumbo debe pasar por el filtro de la educación humanista, secundada por una pedagogía crítica que funcione como estrategía de resistencia y transformación, y quizás desconectar o reconducir las máquinas procesadoras de ganancias. Recuperar la imaginación, el sentido ético  y el discurso democrático encadenados por ahora al mercado de la oferta y la demanda. Es decir: propiciar espacios educativos donde la apertura de la mente sea lo fundamental, y no su cerrazón por ‘descansos’ al usar las máquinas.

El pensador norteamericano Noam Chomsky cuestiona a las escuelas como centros de adoctrinamiento y domesticación “donde se imponen la obediencia, bloquean todo posible pensamiento independiente e interpretan un papel institucional dentro de un sistema de control y coerción”. Su propuesta es la ‘des-educación’, es decir: reestructurar el sistema educativo actual para desde escuelas, con otros parámetros de funcionamiento -menos materialistas, más sensibles a la problemática humana- construir un mundo menos discriminatorio, más democrático, menos deshumanizado y más justo.

 En 2017, el investigador norteamericano David Perkins publicó Educar para un mundo cambiante, donde aboga por alentar la curiosidad y los comportamientos creativos, lo que significaría recuperar el sentido humano de toda educación, independientemente de los soportes tecnológicos que la sustenten o hagan posible.

Es necesario detener el barbarismo virtual, recuperar la libertad de pensamiento e impulsar que la des-educación transforme a las escuelas en centros de formación democrática.

“Las máquinas no piensan. No hay máquinas pensantes”, escribió el inglés Gilbert K. Chesterton.

 

M.E. Erasmo Marín Villegas

Periodista, profesor universitario de la UJAT, ex consejero distrital electoral del IFE.

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