La noticia de esta semana ha sido el debate entre el Presidente Republicano Donald Trump y el candidato demócrata para el periodo 2021-2025 Joe Biden. Las elecciones son este próximo 3 de noviembre del 2020 y todos sabemos que Trump hará lo imposible por quedarse, a pesar de la administración tan controversial que ha tenido.
Esta elección será realmente recordada, pues los votantes confrontan una peculiar situación, más allá de todo lo que tengan que pensar para tomar una decisión por la cual tener que elegir un candidato, también tendrán que decidir si presentarse o no, a las urnas bajo el riesgo de contagio de COVID-19.
Este encuentro en verdad dejó mucho que desear. Me sentí muy defraudada al ver que uno de los actos más democráticos y por excelencia que los norteamericanos han tenido durante décadas dentro de su sistema político, se vio reducido a una pelea casi casi de patio de vecindad.
No hubo argumentos, ni propuestas, ni nada de nada, y perdón lo voy a decir, pero por un momento creí que estaba repitiéndose uno de esos “graciosos” intentos de debate que vemos en México, donde sólo se quieren estar sacando los “trapitos al sol”, exponiéndose, casi casi para ver si logran que ex comulguen al contrincante o lo regañe su mamá por portarse tan mal.
Trump sabe que no la tiene fácil, toda la campaña ha sido una lucha por acortar la delantera que Biden le lleva, aunque estos últimos dos meses, el presidente, ha logrado que el tramo disminuya de un 9.3% a un 7.5%. Y es que, si en algo invierte el magnate, es en popularidad en redes sociales, siendo Twitter su herramienta favorita de comunicación directa, donde mantiene un estilo directo y personal, desmiente a la prensa, hace propaganda política e incluso gobierna. Biden apenas y cuenta con la décima parte de seguidores en comparativa con su contrincante y aunque se esfuerza muchos califican sus posts como poco auténticos.
Pero regresemos a los 90 minutos en cuestión, donde Biden mandó callar a Trump y lo señaló de racista, payaso y mentiroso, Trump por no quedarse atrás, sugirió que puede haber un fraude electoral. Todo esto nos refleja un país polarizado políticamente y sacudido por varias crisis simultáneas.
En el debate hubo cuatro momentos clave:
1. Cuando Biden llama mentiroso a Trump y dice estar en el Debate para refutarlo, Trump trata de dar reversa al señalamiento, pero el candidato demócrata remata con un: ¿Quieres callarte hombre? (muy al estilo Rey Juan Carlos de España)
2. Los candidatos se pierden y se arrebatan la palabra sin control y Biden vuelve a verse intrépido al comentar sarcásticamente a Trump un “sigue ladrando, hombre”. 3. Trump defiende su política para que las firmas con contratos con el gobierno se abstengan de ofrecer cursos de sensibilidad racial a sus empleados, a lo que Biden responde directamente: “Él es racista”.
4. Biden remarca el dicho de Trump, donde aseguró en algún momento que los miembros del ejército eran perdedores, a lo que refuta que “No eran perdedores, sino patriotas” A lo que Trump con poca sensibilidad le pregunta sobre su hijo Hunter, el cual fue expulsado por consumo de drogas del ejército. Situación de muy mal gusto y fuera de los alcances políticos.
Los 90 minutos fueron realmente desperdiciados, pues políticamente no escuchamos propuestas, pero no se podía esperar más, pues lo mismo pasó la campaña pasada, y creo que fue mucho peor cuando el actual presidente se enfrentó a Hilary Clinton. Esto solo nos demuestra que el mandatario no tiene bases políticas y que sus únicos instrumentos de defensa siempre son el uso de la violencia, el intento de aplastamiento al contrincante a como dé lugar y su insistencia de arrogancia ante cualquier cuestionamiento que no a su favor. Por estas latitudes siempre dicen que cada pueblo tiene el gobierno que se merece, y creo que en Estados Unidos eso, ahorita aplica por completo, porque por desgracia, Donald es la radiografía de un grosor del pueblo estadounidense, el reflejo del pensamiento, de la actitud y a pesar de tenerlo todo, de la poca sensibilidad al prójimo y la falta de sentido humano, de inteligencia tanto emocional como académica. Tienen un presidente que prefiere encerrarse a descansar viendo TV que a hacerlo leyendo un libro.
Observamos dos candidatos ya de edad avanzada, con muecas muy interesantes y marcadas: la de Trump como siempre, en dirección de capricho y de irreverencia absoluta, ensimismado en creer que se gobierna al igual que se administra una empresa privada, olvidando por completo el lado social y creyendo que puede “despedir” a los inmigrantes y dar carpetazo al hecho. Y un Biden con una experiencia mediana como vicepresidente, pero con una popularidad todavía no muy solida que todavía lo hace flaquear, muy lejanos los dos a lo que vimos en manejo de imagen con los Obama, deberían pedirle el número de su imagólogo para que les de una ayudadita.
El 2 de octubre amanecimos con la noticia de que el matrimonio Trump ha dado positivo a Coronavirus. Hay que esperar a ver si esto lo utilizan como estrategia de campaña también porque en la guerra, en el amor y en las candidaturas presidenciales, todo se vale.
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