Al gobierno de la llamada transformación le tocó lidear con la etapa pandemica que como humanidad, tuvimos que cruzar entre 2020 y 2022. Y es urgente reconstruir y fortalecer las necesidades del sistema educativo nacional, al cual se le ha condenado a una postura de sobrevivencia todo este sexenio.
Los presupuestos son el reflejo de las prioridades de un gobierno.
La cultura, la investigación y la educación siguen siendo relegadas por el gobierno de las transformación, por el que se apostó en 2018 y que ha sorprendido con sus políticas de reducción presupuestal a las universidades públicas estatales. Aunque el hoy presidente Andrés Manuel López Obrador, haya declarado desde 2019, mantenerse en la promesa de no reducción, la realidad es que una vez más ha faltado a su palabra, pues esta semana, los rectores de Universidades como la UNAM (Universidad Nacional Autónoma de México) , la UAM (Universidad Autónoma Metropolitana y la UAQ (Universidad Autónoma de Querétaro) se sumaron a las protestas por el recorte al presupuesto de la Universidades Públicas.
Este recorte provoca que el desarrollo de estas instituciones a nivel superior se vea truncado y ni que decir de el presupuesto asignado al Conacyt y para la cultura. El PPEF 2023 establece un presupuesto de 162,744 millones de pesos. .4% más en términos reales a lo aprobado en 2022. Pero sigue perdiendo peso como proporción del gasto educativo total, pues en 2022 representaba un 17.5% y este 2023, será de apenas 16.8%
Hablar de la educación pública es hablar de oportunidades de crecimiento y construcción profesional de miles de mexicanos que aspiran a tener una educación digna que los ayude a encontrar mejores oportunidades en el campo laboral, pero no solo de podemos verlo desde esta reducida perspectiva, no. Reducir el presupuesto, también reduce las propuestas en el campo de investigación y generación de ideas encaminadas al bien social. Además de coartar las posibilidades de asignación de plazas a catedráticos que merecen un sueldo digno por su labor dentro del aula. Pongamos solo como ejemplo a la UNAM, que viene viviendo este recorte presupuestal en un 6% desde 2019, y que a pesar de eso, tiene una matrícula de 350 mil alumnos, salta con urgencia la pregunta sobre cuál es la visión de este gobierno para la educación y hasta dónde pretende llegar obligando a las instituciones a ingeniárselas y luchar con la precariedad, porque tal parece que de manera silenciosa, se demuestra que no hay interés real por fomentar y apoyar realmente a las nuevas generaciones en este sentido y al parecer, pues vivimos en un mundo del revés, ya que se reparten becas sin discriminación alguna a jóvenes que en muchos de los casos ni estudian ni trabajan, pero se recorta el presupuesto a las instituciones que albergan aspirantes que desean aprender: incoherencia pura.
Las Universidades no se rajan, y buscan la manera de aguantar lo más, mientras se sigue esperando que se hagan los análisis pertinentes a las reducciones y siguen flotando en un mas de incertidumbre, pues no hay dinero, ni para generar ni para pagar pensiones en muchos casos. Los resultados, son deudas millonarias como la que padece la Universidad Autónoma de Sinaloa, la cual padece un déficit de mil 772 millones 212 mi pesos, o el de la Universidad Autónoma de Zacatecas que esta en 2 mil 100 millones de pesos, entre impuestos a Hacieda y contribuciones al ISSSTE, por citar solo dos ejemplos.
La Universidad Veracruzana ha durante los últimos años, mantenido una postura de responsabilidad y compromiso ante la sociedad y la comunidad que acoge, pero es un hecho que también el impacto de esta reducción es un tema que necesita solucionar y el cual la sociedad debe tener claro, para conceder el apoyo necesario que esta requiera. Los esfuerzos que sus autoridades sindicales y administrativas realicen en conjunto, siempre estarán encaminadas a salvaguardar sus deberes en términos de progreso y sostenibilidad.
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