La virtualidad se adentró en nuestras vidas desde hace por lo menos 20 años. Poco a poco fue adquiriendo fuerza y espacio, y en definitiva la pandemia la catapultó. Y gracias a Dios que ya existía, pues hubiera sido mucho más difícil la situación pandémica sin ella. Me atrevería a decir que desde hace 10 años es que la vemos con más cercanía y aunque la concibieron solo, al principio, como mero espacio de entretenimiento, nos hemos dado cuento que es un espacio dentro del que hay que estar, si se desea tener presencia dentro de la globalización que venimos vitoreando.
Las redes sociales se convirtieron en escenarios de primera mano y a través de estos la exposición en la que caemos en tentación es incontrolable y muchas veces, como concebible, pues pocos todavía, tienen real certeza de cuanto impacto puede causar todo lo que se comparte.
Nada es gratis, y lo primero que debemos tener claro es que, los dueños de buscadores y empresas como Google, Meta (antes Facebook y dueño también de whatsapp e instagram, entre otros) twitter, etc. ganan vendiendo lo que nosotros les regalamos, que es nuestra información personal, nuestros gustos, deseos, en una palabra, la forma en que manejamos nuestra vida.
No se puede negar que se ha caido en la adicción de compartir, de la búsqueda obsesiva del like, del espejismo de sentirnos “influencers” (aunque sea de mediana medida) al mostrar lo que compramos, comemos y disfrutamos, y esto a su vez es parte de una estadística mercadológica que está atenta de recoger la invaluable información para usarla a su favor.
Por la conciencia que deberíamos tener al usar la web, yo le recomendaría siempre, en la búsqueda de salvaguardar su imagen personal y profesional, de primera instancia escribir correctamente, controlando y verificando su ortografía y más allá aún, calibrando siempre que los mensajes publicados no lo hagan lucir como una persona, negativa, violenta, frustrada y con altos índices de odio para con el mundo. Junto a esto, vienen dos recomendaciones muy importantes y altamente relacionadas (son como siamesas), recuerde lo humano, es decir, entienda que quien va a leer su mensaje o a ver lo que comparte, es otro ser humano igual que usted y por lo tanto, merece respeto, además de que también si usted expone algo incorrecto, ese otro humano que lo recibe puede guardarlo y luego usarlo en su contra, es parte del humano también actuar incorrectamente, así que mejor no le busque.
Este respeto por lo que expone usted, también debe estar cercano por lo que puede ser privado, y por lo tanto cuidadosamente manejado, por lo que compartir sin temor lo que comparte otro, solo por seguir la corriente, debe ser mejor pensado. No se involucre en controversias, si hay algo que no le gusta, es mejor pasarlo por alto, antes que explayarse con argumentos que pueden generar más revuelo y que sin darse cuenta, lo pueden envolver en debates infinitos, en contra de personajes que por estar detrás de un teclado, pierden la cordura y la mesura. No se convierta en uno de ellos.
Comparta cosas positivas, no comparta de más. Todo lo que sube a la red queda ahí y por más que usted crea que ya le dio eliminar, ahí se queda.
Construya usuarios serios, su correo electrónico debe ser con su nombre, deje atrás los seudónimos que solo contrarian y dañan su reputación.
Las fotografías de perfiles, manéjelas en solitario de preferencia. Yo sé que muchas veces el amor, nos hace querer mostrar al mundo nuestra felicidad, pero un perfil es personal, por lo que lo correcto es que la foto que aparezca en éste sea el de una persona, no más.
Si comparte noticias, verifique que sean reales.
No use palabras altisonantes.
Y algo súper importante: evite enseñar de más, tanto su cuerpo como su vida en todos los aspectos, guarde lo mejor para vivirlo interactuando en la realidad.
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