Qué difícil es ponerse en acción. Deseamos y deseamos pero muchas veces poco accionamos y luego nos quejamos del porqué no pasan las cosas. Pero es que la procrastinación es un hábito muy recurrente y ancladísimo en nuestro cerebro. La palabra viene del latín procrastinare: pro, adelante, y crastinus, mañana, postergación o posposición es la acción o hábito de retrasar actividades o situaciones que deben atenderse, sustituyéndolas por otras situaciones más irrelevantes o agradables por miedo o pereza a afrontarlas.
Esto la mayor parte de las veces no es asunto de holgazanería, sino de una mal manejo de las emociones. Todos hemos alguna vez postergado alguna tarea importante y la hemos cambiado por algo que nos haga sentir inmediata satisfacción sin mucho esfuerzo. Pero no nos damos cuenta que al hacerlo incurrimos en un daño a nosotros mismos, porque al final, nos quedamos con un sentimiento de culpa atroz, pues tenemos consciencia de que estamos evadiendo una acción y al hacerlo estamos incurriendo en algo indebido. Pero ojo, me detengo a recalcar que esto no es cuestión de flojera, sino un estado de ánimo negativo como puede ser: la ansiedad, inseguridad, frustración, resentimiento. No es cuestión de gestión de tiempo. En un estudio del 2013, Pychyl y Sirois, descubrieron que la procrastinación puede ser entendida “como la primacía de la reparación del estado de ánimo a corto plazo, por encima del objetivo de las acciones planeadas a un plazo más largo”. Aquí algo muy importante a considerar, es que el alivio que sentimos cuando procrastinamos, es lo que realmente hace muy vicioso el circulo y lo hace un hábito crónico, pero esto a la larga genera estrés, angustia general psicológica, síntomas de depresión y baja satisfacción con nuestra vida.
¿Entonces cómo logramos el cambio? Autores como Brewer nos dicen que tenemos que darle a nuestro cerebro una “Mejor y Más Grande Oferta” y esa solución debe venir de forma interna. Algunos dicen que cuando la señal de procrastinar llega a nuestro cerebro no debemos darle cabida por más de 5 segundos y en ese momento traer a nuestra cabeza, todo lo bueno que conseguiremos al realizar la tarea.
Es un hecho que estar en movimiendo y contínua acción es lo mejor que podemos regalarle a nuestro cuerpo, para que este a su vez produzca todas las sustancias necesarias que eleven nuestros mejores estados de ánimos. Me gustaría que viniera en usted hoy la reflexión de todo lo bueno que conseguirá si se para de ese sillón y comienza desde hoy a hacer. Órdenese, cómprese una agenda, trate de seguirla, pero sobre todo y antes de ver una lista interminable de tareas que podrían provocarle temor, piense y repiense en todos los beneficios que obtendrá y sobre todo en la felicidad que le provocara sentirse tan productivo y realizado en muchas de las metas que se planteé.
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