“Ya no hacen las cosas como antes…” dicen las personas mayores y cuando uno mismo empieza a decirlas le cae uno el veinte de que el tiempo corre y corre y uno no se da luego ni cuenta.
Después de casi 15 años mi refrigerador necesitaba un cambio; el mantenimiento luego sale más caro que sustituir un producto. El primer paso en este proceso de renovación fue tomar las medidas exactas del espacio disponible. El segundo paso fue pensar en si esta vez me iría por un refrigerador sin la función de filtración de agua y máquina para hacer hielos. Es bonito tener esas funcionalidades pero cuando fui a ver modelos la diferencia entre uno con esas características y uno sin era literal de 10mil pesos; más parte el filtro de agua se tiene que sustituir cada seis meses. Para el poco hielo que consumo no hacía sentido pagar esa diferencia. Y sobre el agua filtrada, tengo uno filtro bajo la tarja de la cocina.
El tercer paso fue pensar en el acabo del refrigerador y en otras funcionalidades “más nice” que nunca había considerado. Hay acabados en diferentes materiales, que con Wifi, que con esto y que con lo otro y, la verdad, los gadgets si me gustan pero la función primordial del refrigerador es enfriar y congelar y ya. Así pues me alejé de las tentaciones adicionales.
El cuarto paso fue hacer mi presupuesto y ver, de los modelos que me interesaron cuál podía comprar. Y aquí me llevé una sorpresa. Los precios en las tiendas son bastante diferentes. Algunas veces pensamos que una tienda que se ve cara lo va a ser, o que una muy sencilla va a ser más barata pero se sorprenderían que no siempre es así.
Por supuesto muchas tiendas, en particular las departamentales, ofrecen descuentos o puntos extra cuando un cliente nuevo obtiene una línea de crédito de esa tienda para hacer sus compras. Eso me pareció muy atractivo; no estoy peleado con pagar menos. Lo que si me sorprendió es que las ofertas o precios en tienda física y en línea si podían tener diferencias. En el caso concreto del refrigerador comprar en la tienda en línea era $200 pesos más barato.
En el caso de la otra compra que necesitaba hacer ese día, el medicamento, vi que era 30 por ciento más barato en la tienda en línea y que físicamente en la farmacia. Por supuesto que pregunté en la farmacia si me podrían respetar el precio de su tienda en línea y la respuesta fue un simple “no”.
Y ya para acabar, volviendo al refrigerador, había la posibilidad de pagarlo a “meses sin intereses” pero ya sumando todas las mensualidades era evidente que en el precio final del artículo si estaban cobrando intereses pues había una diferencia con el precio de contado. Así que aguas; hay que revisar bien las ofertas.
Si van a comprar a meses sin intereses o a través de otro esquema o método de crédito no olviden pagar a tiempo por lo menos el mínimo para no generar intereses o ser un totalero porque de lo contrario si se van a generar intereses y otras penalidades y el esfuerzo que hicieron para ahorrar habrá sido en vano.
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