La familia es el fundamento básico de la sociedad y el pilar de ese fundamento debe ser Dios. Cada amenaza a la familia es una amenaza a la sociedad y por ende una amenaza a nuestro país, porque la familia es la principal fuente de identidad para sus miembros. Apoyar y proteger a los miembros de la sociedad es responsabilidad de todos, pero principalmente del gobierno; por eso celebro, que este martes 28 de enero, se lleve a cabo por cuarto año consecutivo el Desayuno Nacional de Oración 2025 en la ciudad de México.
Esta iniciativa se realiza en Estados Unidos desde hace 70 años de manera ininterrumpida con la presencia del presidente de la República. En México, bajo el liderazgo de Claudia Iriarte, destacada empresaria y fundadora de Kingdomlife Internacional Capítulo México, estarán reunidos reconocidos empresarios, funcionarios de gobierno, líderes del mundo de la cultura y el espectáculo, diplomáticos y eclesiásticos, unidos en un sólo llamado: orar por las familias mexicanas, por nuestra presidenta de la República y por todos los integrantes de este gobierno.
Como oradores principales destacan la embajadora de Israel; Francisco Cervantes, presidente del Consejo Coordinador Empresarial; y el Presidente de la Junta de Gobierno de la Universidad Panamericana y el IPADE, Doctor José Antonio Lozano. También formarán parte del orden del día María del Sol y Guillermo Mauri, quienes son un referente en el mundo artístico.
He sido dos veces representante popular, y he podido vivir en carne propia la enorme polarización que vive nuestra sociedad. Lamentablemente el mensaje de división se promueve tanto en el congreso de la unión como en los congresos locales donde la constante son discursos que fomentan el odio, la división y la clasificación diametral de las personas.
Por eso, este tipo de eventos vienen a ser como una bocanada de aire fresco, un espacio donde líderes en distintas trincheras, sin colores partidistas, están juntos declarando prosperidad y reconciliación en nuestra nación; reconociendo que todo trabajo debe realizarse sujeto a los principios establecidos en el libro más sabio de todos los tiempos: la Biblia.
Siempre me he preguntado por qué en Estados Unidos y otros países los presidentes juramentan públicamente con la Biblia en las manos, mientras que, en México un político creyente es tildado de ultraconservador. La razón es que equivocan el concepto de laicidad. Vivir en un país laico, como el nuestro, significa respetar el derecho a la libertad religiosa, que en el caso de México está establecido en nuestra constitución, este derecho implica la posibilidad de ejercer cualquier profesión de fe, pero también a vivir conforme a los valores de esa profesión de fe.
La semana pasada, fue la Marcha por la Vida en el National Mall de Washington; el vicepresidente JD Vance dio un emotivo primer discurso público, en su mensaje dijo que conocía decenas de jóvenes que ven con mucha preocupación y hasta desesperación un embarazo en lugar de disfrutar la bendición que significa. Por eso, en la primera administración de Trump duplicaron el crédito fiscal infantil, y en esta ocasión, se comprometió que se haría mucho más, porque para una familia recién formada debe ser más fácil encontrar trabajo, casa y transporte, debería ser más fácil prosperar y disfrutar de esa prosperidad. Por eso comprometió a su gobierno a dejar de medir el éxito del país con base en indicadores económicos, sino a partir de familias prósperas, saludables y con muchos niños felices.
Si se gobierna, se legisla y se hacen negocios con perspectiva de familia y poniendo a Dios por encima de cualquier interés personalísimo o material, México también tendrá asegurado un futuro prometedor.
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