Los asesinatos de los menores Alan y Héctor, torturados, ejecutados y descuartizados en la Ciudad de México, supuestamente porque sus padres no pagaron derecho de piso en el mercado, o la del adolescente Alessandro “N”, porque sus padres no pagaron el rescate a sus secuestradores, o el de Alejandrina Lorenzana, “Alexis”, la joven ultimada en Cancún, son parte de una realidad cotidiana de violencia salvaje.
Sin embargo, es muy grave que por ser tan cotidianas estas historias trágicas, ya no logran conmover a la sociedad mexicana, que ha perdido la capacidad de asombro y se ha insensibilizado frente al dolor de las familias que tienen la mala fortuna de perder de modo violento y sádico a alguno de sus miembros. Las tragedias humanas cotidianas ya no sobresalen, pues simplemente son una noticia más en la prensa, o un reportaje en la TV y el noticiero de radio.
El sadismo implícito en la tortura de víctimas inocentes de los delincuentes nos refleja una crisis de valores y descomposición social, pues se le ha perdido el respeto a la vida.
¿Cuántos asesinos seriales pudieran estar cerca de nosotros sin que los podamos identificar?... ya sea este uno de nuestros vecinos, el tipo que conduce su auto junto al nuestro, o los que están en la mesa de enfrente a la nuestra en un restaurant. Cuando los asesinos conviven cotidianamente con nosotros, el peligro es latente.
Y de las autoridades que debiesen protegernos, ¿qué podemos esperar?
Lo que vemos es una actitud indolente, irresponsable e inhumana frente a esta crisis social.
Ni siquiera se ha legislado para calificar como agravantes que aumenten la condena de los delincuentes, la tortura de la víctima.
La definición del presupuesto de egresos para aplicar en el 2021, que ha estado aprobando la Cámara de Diputados, considera solo leves incrementos para la seguridad ciudadana.
Para la Secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana, el aumento presupuestal fue de solo 1.9% en términos reales respecto a 2020; se le asignaron 63,442 millones de pesos para el 2021, mientras en 2020 ejerció 60,151 millones de pesos. Asu vez, la Guardia Nacional pasa a recibir en 2021 la cantidad de 35,672 millones de pesos, contra los 29,286 millones ejercidos en el actual 2020.
Se requiere mucho más presupuesto para instrumentar una aceptable estrategia de combate a la delincuencia organizada. La seguridad aumentaría con más cámaras fotográficas ubicadas en las vialidades de todas las ciudades de México, así como miles de drones no tripulados que estén peinando en todo momento todas las carreteras del país, tanto de día como de noche.
¿Qué otra prioridad puede ser más importante que brindar seguridad a todos los mexicanos?
También es urgente repensar la esencia de nuestra visión de justicia.
La justicia de verdad implica pensar en valores morales, lo cual está muy lejos de la aplicación cotidiana de la ley en México. Basta con ver la película “Las tres muertes de Marisela Escobedo” para que nos quede claro la complejidad viciada de nuestro mal llamado sistema de impartición de justicia.
Algo ha sucedido en la sociedad mexicana que están apareciendo conductas desquiciadas y por otra parte, las autoridades con actitud irresponsable ignoran el problema y solo actúan cuando se convierte en escándalo mediático que les afecta en su imagen pública personal y de la de su gobierno.
¿Cuántas madres han estado mendigando justicia para algún hijo?… solo después del escándalo mediático se ofrece justicia que, bajo este esquema, entonces termina siendo selectiva… ¿y todos los demás casos que no llegan a ser identificados por los medios de comunicación masiva?
La pregunta es: ¿dónde están los estudios de psicología social y antropológicos que muestren que se empieza a descubrir el origen y mecánicas que estimulan la violencia criminal?
Realmente no hay ninguna estrategia. Sólo hay buenas intenciones y algunas ocurrencias como la cartilla moral, que no resuelven nada. Hablar de educación no deja de ser solamente el discurso socialmente correcto que proyecta la imagen de que quien gobierna es todo un humanista, pero como solución es inviable a corto plazo, pues sus resultados se verían hasta dentro de un par de generaciones.
Nuestro problema de violencia e inseguridad es grave y complejo, pero se puede incrementar con el entorno de confrontación política y social que se estimula desde el mismo gobierno federal cuando arremete contra sus críticos, porque da a esta violencia criminal, desde la perspectiva popular, un significado social que justifica los rencores colectivos que incitan a la violencia.
El gobierno federal debe estar atento a la seguridad, principalmente en las elecciones municipales del 2021, pues ahí podrá perderse el control real del país.
Mientras el presidente de la república tenga totalmente focalizada su atención solo en sus adversarios políticos e ignore los problemas cotidianos de seguridad y justicia, el crimen organizado seguirá adueñándose del país.
¿Y a usted qué le parece?
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