Conforme inicien las campañas hacia la presidencia de la república empezaremos a ver propuestas populistas que no tienen más interés que ganarse el voto popular, principalmente de ese segmento de población que suma el 60% y está conformado por la gente más vulnerable económicamente de todo el país, esos que simplemente sobreviven con el salario mínimo o incluso están desempleados. Estas no son cifras alegres, sino respaldadas por los censos del INEGI, pues esta institución incluye en estos porcentajes a las clases denominadas “Baja-baja” y “Baja -alta”.
Las promesas de entregar subsidios y múltiples formas de regalar dinero a los más necesitados, aunque desde siempre ha sido la estrategia de López Obrador, con toda seguridad será copiado por todos los candidatos, llegando incluso a convertirse en una competencia por ver quien ofrece más, aunque no exista un sustento económico y menos aún presupuestal.
Esto ya ha sucedido y como ejemplo tomemos el denominado “salario rosa” que Alfredo del Mazo prometió al electorado durante la campaña por la gubernatura de EDOMEX, consistente en $2,400.00 pesos bimestrales para las amas de casa. Durante la campaña no se mencionaron restricciones, que luego se hicieron públicas apenas el candidato ganó la gubernatura. El salario rosa no será para todas las amas de casa mexiquenses, sino sólo para las que califiquen después de una evaluación.
El populismo es el veneno colateral de la competencia electoral que estimula el modelo democrático. La búsqueda del voto siempre se facilita a través de prometer, aunque después se tenga que reconocer que no hay condiciones económicas para cumplir las promesas, a pesar de que el ciudadano ya haya emitido su voto. Asegurado el triunfo del candidato que irresponsablemente prometió y habiendo obtenido su objetivo, que es el poder, este se puede liberar del compromiso.
A final de cuentas, quienes pagan las consecuencias de las políticas “asistencialistas” o populistas, son quienes conforman el sector productivo del país, los que mantienen vivo, boyante y rico al gobierno, que simplemente redistribuye.
Empresarios, grandes, medianos y pequeños, e incluso los microempresarios, siempre y cuando paguen impuestos, son los que financian las políticas populistas comprometidas por los políticos en campaña. Pero también los asalariados y toda persona que realice alguna actividad productiva.
Es a través del pago de impuestos como se financian estos programas populistas y cuando el dinero no alcanza y la presión social es mucha, puede desencadenar un incremento en el monto de las tasas impositivas.
Es por ello que los organismos del sector empresarial debiesen poner en su lugar a los partidos políticos antes de que empiecen las campañas. Deben exigir que toda propuesta asistencialista vaya acompañada de un sustento financiero, donde se defina el origen de los recursos económicos que se destinarán a patrocinar el programa social que se promete.
El sector empresarial debe empezar a tomar un rol aún más proactivo que el que asume hoy, en el ámbito de la política, principalmente en lo que se refiere a los temas económicos.
El populismo es el principal freno para la democracia, porque manipula el voto a través de las necesidades de los mexicanos que están en la línea de la sobrevivencia.
¿Usted cómo lo vé?
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