Que en un partido tan patriarcal y misógino como MORENA, donde nada se mueve si desde la cúpula de la 4T no llega el consentimiento haya un grupo de legisladoras y funcionarias que siguiendo los dictados de sus propios valores morales se han atrevido a levantar la voz en contra de la designación de Salgado Macedonio a la candidatura por Guerrero, como Malú Micher, Lorena Villavicencio, Jesusa Rodríguez, Wendy Briceño, Antares Vázquez, Ana Lilia Rivera, Bertha Alicia Caraveo, María Celeste Sánchez Sugia, Blanca Piña, así como Nadine Gasman, e incluso Estefanía Veloz, entre otras, representa una esperanza.
Apoyar a Salgado Macedonio para que gobierne el estado de Guerrero, significa poner los intereses partidistas más mezquinos por encima del principio universal de derecho a la justicia, que asiste a las mujeres víctimas.
Enfrentar abiertamente y de cara a la opinión pública las incongruencias del partido puede representar para ellas consecuencias. Por tanto, lo menos que podemos hacer los hombres que vemos sus exigencias como una causa justa, es cerrar filas con ellas.
Podremos tener diferencias ideológicas, pero hay valores humanos fundamentales que están por encima de consideraciones políticas. Es evidente que cuando se logran consensos, se consolidan los grandes cambios sociales que impactan al país.
En contraste, las mujeres del poder, las privilegiadas que están en el gabinete, realizaron su foro en el marco del día de la mujer, precisamente la mañana de este lunes 8 de marzo.
En principio parecía un acto solidario para con las mujeres de México, con toda la difusión televisiva de la que puede hacer uso el gobierno federal. Sin embargo ¿qué vimos?... un acto promocional, dónde ellas se vanagloriaban de sus triunfos y los programas que bajo su directriz se habían instrumentado. A final de cuentas, fue un mensaje a toda la nación para decir… “todo está bien… vamos en el camino correcto”.
Mientras las mujeres del poder se autofestejaban sus logros, queriendo mostrar sus cargos públicos dentro de la actual administración federal como un logro de la lucha feminista compartida, en la calle los contingentes de mujeres agraviadas en todo el país decían lo contrario: nada ha cambiado en la vida cotidiana, pues el acoso y la violencia en contra de la mujer persisten hasta el día de hoy en total impunidad.
Es más, las “mujeres del poder” en ningún momento hicieron un llamado a su partido para que reconsidere sacar de la contienda electoral a Félix Salgado Macedonio, quien se ha convertido en el ícono del abuso en contra de las mujeres, desde el poder, contando con la permisividad de las instituciones del Estado Mexicano.
Son las dos caras de la moneda.
Sin embargo, buscando entender el origen de este grave pendiente que tiene la sociedad desde que los humanos se organizaron en comunidades y aceptando que no se debe generalizar, vemos que las mujeres que logran evadirse de los condicionamientos de esta sociedad machista tienden a ser más comprometidas con sus valores y principios que los mismos hombres, quienes tendemos a ser flexibles e incluso, propicios a la negociación y a claudicar de nuestros principios a cambio de algún beneficio.
En nuestros sectores sociales de baja escolaridad y por tanto, limitada educación formal, aún las mujeres que solapan, e incluso defienden a sus hijos cuando se convierten en agresores de la mujer, ellas mismas también son víctimas de sus propias circunstancias y de su medio ambiente, pues se les ha condicionado a fuerza de violencia para aceptar este rol de cómplices, lo que implica haberlas dominado para que acepten la supremacía masculina dentro de la familia.
Por ello las mujeres que tienen la oportunidad de desarrollarse intelectualmente y se liberan de estas ataduras sociales, logran gran liderazgo público.
La liberación más importante para la mujer que actúa en la política es la liberación emocional respecto al sistema machista, patriarcal y misógino que aún hoy domina la política en todo el mundo.
Este fenómeno es equiparable al “síndrome de Estocolmo”, que describe la vinculación emocional entre víctima y agresor, impulsándoles a amar, admirar y respetar a quien le somete. En la política, esto podría ser representado por la relación con ese patriarca que da las oportunidades como premio a la lealtad, pero que también las quita como castigo cuando cuestionan sus decisiones.
Es fundamental que las mujeres que están en el poder se liberen de este tutelaje masculino de profunda fuerza emocional, para que, a su vez, ellas puedan ayudar a las mujeres vulnerables de este país a liberarse de los condicionamientos mentales y emocionales que les impulsan a seguir justificando estos roles opresores que se dan en el seno familiar.
Si las escaleras se barren desde arriba, es fundamental para lograr la igualdad de género en todo el país, que las mujeres que ejercen liderazgo público desde las altas esferas del poder se liberen totalmente de los roles que marca este sistema político global.
Por tanto, hay que entender y aceptar que antes de la sumisión a ideologías e intereses políticos es fundamental luchar por que se respeten derechos humanos básicos como lo es el derecho de la mujer a una vida libre de violencia. Quizá en este punto, todas las legisladoras, de todas las bancadas, pudieran unirse en un frente común dejando de lado las diferencias partidistas para sumar voluntades y esfuerzos para abrir espacios a la mujer.
Hoy vemos que los intereses políticos e ideológicos tienen divididas a las mujeres que están en posiciones de poder y eso les impide generar el cambio más importante para la sociedad mexicana, que es liberar a todas las mujeres del país de los sutiles yugos emocionales que les mantienen supeditadas a su agresor e incluso, extender los valores machistas hacia las nuevas generaciones.
Mi respeto y admiración por estas bravas mujeres …. Quizá ya es tiempo de que gobiernen a nuestro país, pues representan la posibilidad de lograr una política gubernamental con enfoque
¿A usted qué le parece?
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