El famoso escritor y empresario norteamericano, Dale Carnegie, solía decir y con toda razón que el nombre de una persona es lo más hermoso que pueden escuchar sus propios oídos. De ahí que para 1936 su obra más conocida a nivel mundial: “Cómo ganar amigos e influir sobre las personas” hizo hincapié en ese tema. Efectivamente, si queremos dar una muy buena imagen y obtener el aprecio de los demás debemos esforzarnos en saber el nombre de las personas, pronunciarlo correctamente y llamarlos por ese nombre. Esto me recuerda una vez cuando Eugenio Derbez hizo un experimento social en el set donde filmaba junto a Jennifer Garner. Prácticamente nadie podía pronunciar correctamente “Eugenio”. Para los americanos nombres así son una especie de trabalenguas, lo cierto es que, entre broma y broma, Derbez expuso cuán importante era para él que alguien lo llamara por su nombre y de manera correcta.
Además del nombre propio, los apellidos juegan un papel importante para distinguirnos entre cientos de miles de personas que se llaman igual que nosotros, sin embargo, aún con ese distintivo que expresa quienes son nuestros padres, es posible encontrar nombres completos exactamente iguales, es decir, nombres propios, apellidos paterno y materno exactamente sin aparente diferencia, para esos casos es preciso indagar más profundo para establecer la identidad correcta de la persona.
En México, al igual que en muchos otros países, el apellido no solo representa a quien lo lleva, sino que también puede significar la distinción social de una familia o todo lo contrario. Guadalupe Loaeza en su conocida obra “Niñas bien” hace referencia a muchos de los apellidos más conocidos de la élite mexicana. Sin embargo, debemos ser conscientes de que el apellido o apellidos que tengamos no definen quiénes somos. Así, podemos ver casos de hijos de famosos que, a pesar de llevar el mismo nombre, no garantizan ser igual de talentosos y simpáticos que sus padres, y mucho menos que sean buenas personas.
Es posible que sientas orgullo del apellido que tienes, y eso es bueno y por lógica, entendible; pero sé consciente de que tanto para bien o para mal, tu apellido es sólo la parte externa, la parte que legalmente te diferencia de los demás y permite identificarte tanto a ti como a la familia que perteneces pero jamás se podrá decir por ejemplo que todos los García, Martínez, González -o cualquier otra apellido al que nos refiramos- son iguales, es decir, no podemos medir con la misma vara a las personas solo porque comparten un apellido.
Tu apellido no vale por lo que tienes o lo que no posees, tú y tu reputación son valiosas por la manera en que actúas públicamente ante los demás, así como en la privacidad, en aquellos momentos en los que nadie te ve. Es cierto que, en esta vida, muchas personas te buscarán por tus posesiones y también por tus apellidos, como sucede con los Slim, los Aramburuzabala y otras familias de la alta sociedad mexicana, pero lo más importante será siempre quién eres como ser humano.
Este es el primer mes del año 2024, y tienes once meses para trabajar en tu reputación y en tu imagen pública. Para que sean sólidas y congruentes, debes asegurarte de tener en cuenta tanto los aspectos externos como los internos.
Como dice el dicho “Si por interés me quieres, ya me puedes ir dejando de querer” y agrego: “Te regalo mi apellido. Que tu nombre sea tan honorable como lo eres como persona.
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