¿He de irme como las flores que perecieron?
¿Nada quedará de mi nombre?
¿Nada de mi fama aquí en la tierra?
¡Al menos mis flores, al menos mis cantos!
Poesía Náhuatl
En el libro ¡Al menos mis flores, al menos mis cantos!, el investigador del Colegio de México, José Luis Méndez Martínez, se vale de técnicas literarias como diarios, cartas y otros interesantes documentos encontrados (presuntamente) en el infiernillo del antiguo convento de San Francisco el Grande, para reconstruir la vida religiosa y social del siglo XVI en la Nueva España.
Editado por Tirant Humanidades (2024) el autor explica los orígenes de México desde la visión del fraile franciscano Bernardino de Sahagún y su más avanzado discípulo Antonio Valeriano, originario de Azcapotzalco, profesor y rector del colegio de Santa Cruz y gobernante de los barrios indígenas.
El diálogo entre los religiosos (español e indígena) permite a los lectores entrar al debate histórico de la llegada de Hernán Cortes a tierras mexicanas (1519), cómo debe denominarse ¿encuentro de 2 culturas?, ¿conquista? o ¿aniquilación? Si ustedes lo prefieren también puede ser subversión de los pueblos originarios contra los caciques aztecas o bien como daño colateral para expandir la evangelización de la fe católica a los pobladores de América.
En ese entonces los frailes franciscanos estaban convencidos de que formando sacerdotes mexicanos sumaría más adeptos a la fe cristiana, y los nativos se olvidarían de sus antiguos dioses, de manera utópica se llegó hablar de formar una Roma del Nuevo Mundo, una suerte de reino hispano /indio.
Mientras llegaba esta conversión, los conquistadores españoles, en complicidad con los jerarcas católicos, explotaban a los pueblos originarios en las minas, en la producción agricultura, ganadera, y en la edificación de caminos, casas e iglesias.
En esos años también ocurrió la aparición de la virgen María a Juan Diego, una parte importante de los sacerdotes se oponían a la veneración de la Virgen Morena, los pobladores lo consideraban un milagro, el argumento para ganar la partida fue el siguiente: los católicos europeos veneran a su propias vírgenes y santos, por qué en México no podrían hacer lo mismo. Para que las palabras no se las llevara el viento fue el propio Antonio Valeriano, quien con su libro relato de las apariciones de la Virgen Guadalupana, recupera la entrevista que tuvo Juan Diego con el arzobispo Juan de Zumárraga.
Como tierra de conquista, a la Nueva España llegaron evangelizadores denominados dominicos, franciscanos, agustinos y compañía de Jesús, con su propia interpretación del cristianismo. El 6 de enero de 1536 se inaugura el Colegio Santa Cruz de Tlatelolco, donde se formarían los sacerdotes naturales y tendrían acceso a una de las primeras bibliotecas de América, el proyecto fue clausurado por diferencias con el cacique de Texcoco, quien fue procesado por herejía
En esa biblioteca Antonio Valeriano conoció los escritos de Erasmo de Rotterdam : Elogio a la locura (1517), donde expone los vicios del hombre, los cuales no dejan fuera a nadie, en especial a las autoridades del Vaticano, es un texto donde se valora la humildad.
Erasmo explica que el hombre divide su existencia en tres partes: la carne, el espíritu y el alma. La primera pertenece a nuestros instintos, el segundo es nuestra conexión con la divinidad; y la tercera es la que, en su libertad (libre albedrío), hace al individuo inclinarse a favor de la carne o hacia el espíritu.
Para coartar esa libertad de decisión de los cristianos, la iglesia católica convocó al Concilio de Trento donde reafirmó la autoridad y la centralidad de la Iglesia Católica; condenó la Reforma Protestante como una herejía, estableció seminarios para un clero mejor educado y condenó la Reforma Protestante como una herejía. Mandato que tuvo repercusión directa en la conducción de los jerarcas católicos en México. Se esfumó el sueño de igualdad, fraternidad y paz.
El libro es un homenaje a las bibliotecas, en el sentido de regresar a su estantería y buscar los libros antiguos, los clásicos en esa búsqueda estará una versión más original de nosotros.
En su despedida, Fray Bernardino de Sahagún, autor del libro Historia General de las cosas en la nueva España, se despide de su amigo Valeriano
Traté de imitar la vida de Jesús Nuestro Señor, manteniéndome, como buen caballero cristiano, firme ante los males y tentaciones de este mundo, pertrechado con mis armas de la oración, la meditación y el examen de conciencia diarios, además de la razón y del libre albedrío con los que Dios nos favoreció.
Por ello, mi conciencia está tranquila y, habiendo recibido ya mis sacramentos, comparezco ante Dios con confianza. La muerte ansí no es muerte, Antonio, sino sólo un cambio de lugar. Sé que aquí en la tierra de mí sólo quedará el nombre, registrado en la única obra que publiqué, pero quizá también algo de lo que enseñé y escribí quedará ahí, como eco resonando en el tiempo. Dios es el Verbo, Dios es la Palabra y la Palabra es infinita.
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