Los candidatos electos en los comicios presidenciales en México y Estados Unidos, a celebrarse el 2 de junio y el 5 de noviembre del año en curso respectivamente, tendrán una complicada agenda bilateral; los acuerdos diplomáticos deberán superar los desacuerdos que existen en el fenómeno social de la migración, la revisión de los acuerdos del Tratado de México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) referente a controversias por temas agrícolas, mineras, industriales y laborales; el conflicto comercial EE.UU. y China, además del problema del tráfico de estupefacientes -en especial fentanilo- y la compra ilegal de armas por parte del crimen organizado mexicano. En la mesa de negociaciones estarán enfrentadas dos visiones políticas: la continuidad de la cuarta transformación contra la visión neoliberal del gobierno norteamericano.
Sobre el tema de migración, en los últimos días el gobernador de Texas, Greg Abbott, ha insistido en su Ley SB4 que autoriza a las policías estatales detener en forma arbitraria a los migrantes ilegales y deportarlos de inmediato a México, sin juicio previo y sin importar su país de origen. De acuerdo con datos de la Oficina de Aduanas en 2023 se registraron más de 2 millones de cruces ilegales, cifra récord que podría superarse el año en curso.
Fentanilo. Al consumo excesivo de este fármaco se le adjudican 100 mil muertes anuales de ciudadanos estadounidenses. Este estupefaciente se volvió popular entre los adictos debido a que tiene propiedades similares a la morfina y a la heroína y es más barato, sin embargo, los efectos son más dañinos: provoca adicción que conlleva a la sobredosis y el aumento de “zombis” callejeros. En el 2023 el gobierno norteamericano trazó la ruta del fentanilo: inicia en China donde se producen los precursores químicos, luego estos desembarcan en México, donde laboratorios clandestinos elaboran las diferentes presentaciones para su posterior tráfico hacia Estados Unidos.
Relación bilateral. La relación de los presidentes Andrés Manuel López Obrador y Joe Biden se dio en términos de cooperación para atender temas del tráfico de fentanilo, migración, trasiego de armas, comercio y política exterior con países latinoamericanos. En momentos de crisis, cuando parecía que habían desacuerdos irreconciliables, las llamadas telefónicas los resolvían.
El probable regreso de Donald Trump a la Casa Blanca representaría enfrentarse a una política exterior regida por un neoliberalismo salvaje, con tintes de show mediático; un autoritarismo populista que utilizaría el tema migratorio, el tráfico de fentanilo y la revisión del T-MEC como banderas electorales. La victoria del Partido Republicano sería la amenaza latente de militarizar la frontera con México y de una mayor injerencia nacional etiquetando como terroristas a los narcotraficantes.
En el documento “100 pasos para la transformación”, Claudia Sheinbaum Pardo, candidata a la presidencia de México por la coalición Sigamos Haciendo Historia, adelantó que durante su gobierno no habrá subordinación con Estados Unidos sino una relación de iguales. “Seremos respetuosos del gobierno de Estados Unidos, somos su principal socio comercial, siempre habrá buena voluntad para la coordinación, pero nos corresponde exigir también el respeto a nuestra soberanía, a las y los mexicanos de los dos lados de la frontera. Coordinación sí, subordinación no. Nunca agacharemos la cabeza” habría dicho Sheinbaum Pardo ante una multitud de seguidores congregados el pasado 01 de marzo en el zócalo capitalino.
Para la abanderada de Morena, la política exterior de México seguirá los principios constitucionales de la libre autodeterminación de los pueblos, la no intervención y la fraternidad con todos los pueblos del mundo, además de que “se protegerán y defenderán los derechos de los paisanos y se buscará establecer políticas de migración legales. Estados Unidos necesita mano de obra para sus proyectos, y les saldría más barato contribuir al desarrollo de los países centroamericanos que construir muros y ampliar el patrullaje y atender a migrantes”, sentenció la candidata presidencial de México.
Este año, además de los resultados electorales se esperan reuniones bilaterales para la renegociación del T-MEC, el tema del nearshoring, (empresas extranjeras que trasladan su maquila a territorio nacional), la cooperación para atender delitos internacionales, como lavado de dinero, tráfico de personas, hackeo cibernético y tráfico de armas, entre otros temas en el tintero.
Por el momento los vecinos del norte deben reconocer que los problemas son bilaterales y que no puede enfrentarlos con éxito de manera ulitateral. La responsabilidad territorial y jurídica de un país no debe ir más allá; Estados Unidos no puede ser más la “policía del mundo”. En junio y noviembre no queda de otra más que abrocharse los cinturones.
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