OPINIÓN

El fantasma del abstencionismo

Formación cívica, participación ciudadana y elecciones en México

 

Se considera participación política a las actividades realizadas por los individuos en agrupaciones sindicales, políticas, comunitarias y gremiales; también se incluye el activismo y manifestaciones por causas sociales, difusión de ideas en medios convencionales o digitales. La emisión del voto es la acción ciudadana más importante en la democracia por su efecto directo en el ejercicio del poder. El término democracia proviene, en efecto, de las palabras griegas demos (pueblo) y kratos (poder o gobierno).

El politólogo Norberto Bobbio señala que el ideal democrático prevé una ciudadanía atenta a los desarrollos de la vida púbica, informada sobre los acontecimientos políticos, al tanto de las principales cuestiones sociales y capaz de elegir entre las alternativas propuestas por las fuerzas políticas; es decir, una ciudadanía comprometida de manera directa o indirecta en la forma de participación.

Los avances en el sistema político nacional tienen en la movilización ciudadana su expresión democrática fundamental. El objetivo es alcanzar, desde el consenso, gobiernos que procuren mejores niveles de bienestar social. Por décadas las banderas de los nacionalistas, los revolucionarios, las protestas obreras, estudiantiles, campesinas, feministas, respeto al sufragio, entre otras, fueron configurando una ciudadanía más informada y activa en México, que sin embargo no impactó lo suficiente en los poderes del Estado (Ejecutivo, Legislativo y Judicial).  No fue casualidad histórica, entonces, que el abstencionismo creciera en porcentajes alarmantes. Muchos ciudadanos se han alejado de las urnas y de su derecho universal: votar y elegir gobiernos.

Desde su creación en 1990, primero como Instituto Federal Electoral y después como Instituto Nacional Electoral, este organismo ha tenido como objetivo estratégico “fortalecer la confianza y la participación ciudadana en la vida democrática y política del país” y como meta “alcanzar el máximo histórico de participación en elecciones federales realizadas por el Instituto”.

El Instituto Nacional Electoral -habría que reconocerlo- es una máquina moderna para la organización de comicios en México, todo gracias a los años de experiencia y la formación de profesionales de carrera. Aunque, en los últimos años, es evidente que el INE ha descuidado uno de sus principios: la formación cívica. Esto se hace visible en los altos índices de abstencionismo.

En la elección extraordinaria para la Senaduría de Tamaulipas realizada el 19 de enero de 2023, la participación ciudadana fue del 22 % por ciento del electorado. Es decir, 78 % de las personas con credencial de elector de esa entidad fronteriza se abstuvieron de emitir su voto. ¿Dónde está el impulso a la formación cívica?

En 11 de abril de 2022 los mexicanos fuimos convocados por el Instituto Nacional Electoral para participar en la consulta denominada Revocación de Mandato con la siguiente pregunta ¿Estás de acuerdo en que a Andrés Manuel López Obrador, Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, se le revoque el mandato por pérdida de la confianza o siga en la Presidencia de la República hasta que termine su periodo? En esa ocasión la participación electoral sólo alcanzó el 17.77 % de sufragios efectivos.  Es decir, hubo 82.23 % de abstencionismo.

Otro ejemplo: en las elecciones del 6 de junio 2022, para gobernadores, el fantasma del abstencionismo gozó de cabal salud en la mayoría de los comicios estatales; en Oaxaca fueron a votar el 38.79 % de los ciudadanos.  En lo que respecta a Quintana Roo, la participación alcanzó el 40. 64 %. El estado de Aguascalientes registró un 45.49 % de sufragios, Tamaulipas 53.31 %, Durango 50.46 % e Hidalgo 47.58 %. Es decir, apenas dos entidades superaron el 50 por ciento de participación electoral. Esto no parece preocupar al INE, hoy envuelto en otras polémicas.

La participación ciudadana permite establecer instituciones confiables, con desempeño democrático y legitimidad. Por lo aquí expuesto, es necesario desarrollar acciones para la formación cívica. Las instituciones socializadoras (familia, escuela, trabajo, medios de comunicación) pueden ayudar. ¿Y El INE? México necesita consolidación democrática desde abajo.

 

 

M.E. Erasmo Marín Villegas

Periodista, profesor universitario, ex consejero distrital electoral del IFE.

 

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