Muchos dicen que lo sorprendente es que sigan existiendo las monarquías y que no hay nada de relevante en el fallecimiento de la Reina Isabel II de Inglaterra. Disculpen ustedes, pero más allá de las posiciones demagógicas, esta mujer era toda una institución, le guste a quien le guste simple no fue. No le tocaba ser Reina, su papá Jorge VI era tartamudo pero al abdicar su hermano Eduardo VIII asumió su responsabilidad con esa limitante, enseñándole a ella, que el servicio estaba por encima de cualquier cosa. A los 27 años fue coronada siendo el primer acontecimiento real de este tipo que se transmitió por televisión en blanco y negro. Y así fue su reinado, lleno de transiciones tecnológicas y hechos históricos importantes. Fue testigo de el inicio y el fin de la Guerra Fría. Enterró a 14 presidentes de USA y a varios Papas. Sobrevivió a Hitler. Vió el inicio y el fin de la 2ª guerra mundial. Vió llegar e irse a Stephen Hawking. Vio irse a Albert Einstein. Sobrevivió a la pandemia de COVID-19.
Era monarca constitucional sin poder ejecutivo, pero su inteligencia y liderazgo reforzaba la política oficial del Reino Unido, jovencita tuvo que foguearse con nada más y nada menos que con Winston Churchill de quien se ganó su respeto igual que el de muchos hombres sin jamás recurrir a la violencia. Porque su personalidad imponía. Se supo que no contaba con un banco de información académico oficial, pero al ver su área de oportunidad no se quedó cruzada de brazos e hizo lo propio para no seguir teniendo conversaciones banales en las cenas oficiales sobre caballos y perros. Siempre quizo estar a la altura de su puesto. Sabía de su poder dentro de una sociedad del siglo pasado machista y no se hizo pequeña, al contrario, con mucha clase, marcó su posición cautelosa pero asertiva.
Que si despilfarraba dinero, que si no era buena madre, que por órdenes suyas murió Lady Di, que soportó las infidelidades de su marido; para unos buena, para otros mala, para mi es la mujer más poderosa que ha existido en la historia moderna y ese poder no la rebasó, Diana era buena pero no se supo gobernar a ella misma, ni modo, me encanta, sí, es un hecho que supo manejar su popularidad, pero pensó en ella antes que en la institución, eso nadie lo puede negar y ni modo, en esos niveles, tan profundos y con cargas pesadísimas de autoridad, Isabel si lo hizo y lo que logró fue gracias a ello, a su inteligencia y a su compromiso con la corona y su pueblo.
Fue dura si, pero el líder muchas veces tiene que elegir entre caerle bien a sus seguidores o hacer lo correcto por beneficio de la institución y ella siempre decidió hacer lo correcto. Qué sería de Inglaterra sin su historia monárquica, quizá para nosotros es difícil de entender, pero para muchos de ellos, su Reina, su familia real es historia, punto de partida, pieza angular de su construcción.
Ahora su hijo, el ya proclamado Rey Carlos III tiene una hueco enorme que ocupar, la gran pregunta es si podrá. Su imagen y reputación , que durante los pasados 17 años han tratado de restaurar con cautela, le siguen pesando. A nadie se nos a olvidado que no es leal. Así resumo el cuento que todos sabemos y sería repetitivo narrar. Carlos carece de temperamento, ese que a su madre le sobró. En últimas fechas y quizá recurriendo a su senectud, la orillaron a solicitarle al pueblo la aceptación de Camila Parker como próxima Reina Consorte, pero segura estoy que esto será una gran piedra en el camino para Carlos por lo que dure su reinado. Todos estan a la espera de ver a Guillermo con la corona sobre sus hombros, ojalá Carlos sea inteligente y por el bien de los Windsor deje el camino libre a su hijo pronto.
Isabel por fin podrá descansar, seguro estará ya tomando el té con Felipe rodeada de sus corgis, observando y apoyada en su fe, pidiendo porque su adorada familia real no desaparezca, veamos qué pasa, no olvidemos que se empieza a escribir una nueva etapa de la Realeza Inglesa, ahora sí la del siglo XXI.
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