Esta semana han dado mucho de que hablar dos mujeres en notas con presedentes distintos pero que si lo analizamos con cercanía pueden tener una base semejante, el manejo de información de índole privada.
La youtuber Yoseline Hoffman, mejor conocida en el argot del internet como Yosstop, estuvo en prisión cinco meses, despues de ser señalada por el delito de pornografía infantil, el cual luego fue reclasificado a discriminación, denunciada por Ainara Suárez, ya que hizo eco a través de sus redes sociales, con 5.6 millones de seguidores, del video de la violación grupal que sufrió en una fiesta en 2018. Además de que en el video producido por esta chica, llamado “Patética generación”, Yoseline pronunció calificativos (“puta” y “prostituta pendeja”), señalamientos a algunas conductas de Ainara, las cuales simbró en la imagen de la chica, lo que, la hizo objeto de violencia digital. Despues de llegar a un arreglo, hastas donde se dio a conocer, la youtuber tuvo que pagar a modo de reparación, diversos bienes materiales, deberá ofrecer una disculpa pública a Suárez además de no contactarla por ningún medio, no expresarse de forma denigrante, insultante y humillante a cualquier persona y compartir un video cada mes, en el que comparta contenido sobre los cursos a los que asistirá a capacitarse en el tema de víctimas y donar el 5% de sus ingresos a asociaciones y colectivas. Este caso siembra todo un presedente, de regulación en medios cibernéticos, que como bien sabemos gracias a la Ley Olimpia, se ha ido empujando a considerar, ya que el mundo de las redes sociales se ha convertido en un infierno. La cloaca donde todos quieren ir a depositar sus odios y bajos deseos. Donde la mayoría cree que se puede quitar las máscaras sin reparo, atacando y empuñando violentamente armas de otro tipo: imágenes, palábras, videos, con las que la vida de una persona puede ser transformada severamente.
Ahora vamos a otro estremo: el libro de la periodista Anabel Hernández (Premio Nacional de Periodismo 2002)ha levantado ampulas, días antes de su publicación y obvias espectativas rebosadas de miedo y vergüenza. Y es que Hernández, se ha distinguido a través de su trayectoria por la investigación constante a temas que para muchos podrían ser “escabrosos”, para ser mas claros: el narcotráfico, la violencia y la trata de personas en nuestro país. Y en su última entrega editorial: “Emma y las otras señoras del narco”, ha expuesto las relaciones de grandes capos de la droga con mujeres públicas, entre ellas: Galilea Montijo (conductora), Ninel Conde (vedette), Alicia Machado (ex Miss Universo), las cantantes Alejandra Guzmán y Lucha Villa, Marciela Rubiales y Arleth Terán entre otras. Pero no solo comenta sobre féminas famosas, también relata hechos donde involucra a hombres como Sergio Mayer, Charly López y hasta Juan Gabriel.
Regresando a las féminas, obviamente han puesto el grito en el cielo tachando de imaginarios los relatos expuestos y amenazando con demandar a la periodista, la cual se ha mantenido en su dicho y tal como sustentó, no movió ni una coma de lo escrito y saco a la luz su libro, pues entre muchos de los hechos que narra están citas pagadas sobre miles dólares, rifas de las que eran objeto, regalos de marca y bienes adquiridos por triangulaciones de dinero, en los cuales ya incluso se inmiscuyen a personalidades como el ex secretario de gobernación Ángel Osorio Chong y el senador Ricardo Monreal.
Definitivamente toda una bomba de información, de esa, que algunos prefieren que no salga a la luz.
Y entonces me dirá cual es la relación de todo esto? Pues, que la delgada línea de lo público y lo privado puede ser traspasado facilmente bajo diferentes supuestos. En el caso de Yosselin Hofman y la señorita Suárez, lo que vimos fue un manejo mal intencionado desde la perspectiva moral, además de la publicación de un acto grupal de violación, el cual se difundió sin ningún reparo y viralizó y hasta descalificó a una jovencita que había sido agredida y que seguira siendolo cada vez que siga circulando las imágenes. En el caso del libro de Hernández, la autora dice tener pruebas y dichos, en los que se sustenta para hacer la publicación, en la que se insmiscuyen altos prófugos de la justicia, no hablamos del hijo del vecino, hablamos de capos de drogas que deben vidas, que realizan negocios ilícitos y que por lo tanto lo que está a su rededor no es sano desde ninguna dimensión.
Pero a las finales, cada quien hace con su cuerpo, sus relaciones amistosas y románticas lo que guste, mientras no lastime o saque un provecho sobre otro. La pregunta es ¿porqué exponerlo a la opinión pública antes que a las autoridades? La respuesta es bien fácil porque el morbo vende y aunque cueste admitirlo, entonces todos se llevan en los hechos una gran tajada. Todos, los actores y los narradores. En el caso de Yosstop no fue el dinero relamente lo que motivó la descalificación pero es un hecho que la catapultó en la opinión pública, su imagen se viralizó y eso le generó ganancias. Con Hernández si hay un de entrada una persecusión de regalías, por lo que al vender la historia de otros, habría que preguntarse hasta donde tiene derecho y cómo es que usa la imagen de otro, al que no se le dá la tajada correspondiente. ¿Hasta dónde sí y hasta dónde no? Piénselo.
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