Quejarse es facilito. Pero agradecer como cuesta. Y es que es un ejercicio complicado, que conlleva consciencia, respeto, amor, positivismo, reconocimiento. Dicen que saber agradecer va más allá de poder dar las gracias.
Ser agradecido es una disciplina mental. Un hábito que permite tener una real visión de todo lo que pasa a nuestro alrededor y aunque muchos no lo entiendan es el ingrediente indispensable para poder estar pleno y feliz. Pero ojo, no se puede imponer, pero sí compartir, pues quien agradece sabe entablar conexión con todo aquello que le rodea y esto le permite, en la dinámica de humildad que se maneja reconocer la magnitud y la belleza del universo.
Una persona agradecida siempre atrae cosas buenas, hace que los demás quieran compartir con ella, pues su presencia es realmente placentera, que sirve de imán para emanar y vibrar en la misma sintonía. Saber Agradecer es un arte. Desde pequeños nos enseñan a decir gracias, por cada detalle o acción positiva que tenga alguien más con nosotros. Pero eso no es ser agradecido. Dar las gracias significa un acto más allá que englobe educación, éste debe enmarcar misericordia. Después de estos estresantes meses de pandemia, los que estamos de pie, invictos, sanos, con la gente a la que amamos no podemos más que decir gracias.
Sí, gracias por tanto y por todo. Por el rayo de sol y los retos, por la sonrisa de nuestros hijos, por el plato de comida en la mesa. Por los días duros, por la fuerza y la lucha para no dejarnos derrumbar. Por ser testigos de un momento tan histórico de la humanidad. El ayer se fue y ahora vivimos un futuro todos los días y eso es altamente reconocido. Que maravilla que lo podamos contar, registrar, recordar. Hace algunas semanas a mi hijo de secundaria le hicieron pensar en hacer una capsula del tiempo la cual debe guardar y tener como objetivo ser re abierta en mínimo 20 años. ¿Sabe que fue lo primero que metió? Un tapabocas. Que tremendo.
Pero es así, nos podemos hasta quejar, pero no debemos dejar de observar que ahí esta. El gel anti bacterial, las vacunas, el uso de oxigeno, los tapetes, los protocolos, la educación a distancia, tantas cosas que parecieran insignificantes pero que son rastros. Así como cosas grandiosas como un amanecer, el soplo del viento, la sonrisa del ser amado, la caricia de un hijo, un vaso con agua fría, el consuelo de un amigo y hasta la llamada de antención de un padre conllevan infinitas gracias.
Que bendita vida. Difícil si, pero bendita. Que gloria ser y estar. Saber que se deja huella, que alguien podrá recordarte, que existirá alguien a quien se haya impactado tanto que siempre te guardará en la memoria.
Gracias, gracias, gracias. No deje de repetir, verá como le cambia la vida y lo hace reconocer oportunidades perdidas.
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