Se habla de la educación a distancia y del uso de las nuevas tecnologías, pero la realidad es, que la mayoría de los profesores, se han dedicado a hacer videoconferencias a través de plataformas que les permiten la transmisión en vivo de sus clases, las cuales a toda costa quieren meter a través de la pantalla creyendo hacer sentir a los alumnos como si estuvieran dentro del aula.
Las concepciones del e – learning están a años luz de ser usadas, no hay una estructuración real de lo que esto significa y la revolución pandémica ha hecho que la mayoría siga en el intento, solo eso, un intento de entender incluso apenas, lo que es una clase virtual, una clase a distancia y la construcción de lo que sí es realmente el e – learning.
Y no, no me voy a poner a describirlo en esta ocasión, al contrario, lo que le pido es que se involucre y se interese por el tema, porque nos atañe a todos y si no nos subimos al tren del presente estaremos quedando fuera. Lo que sí quiero recalcar esta ocasión es el exceso del uso de plataformas como zoom o meet, las cuales las hemos convertido en herramienta casi única para generar llevar a cabo el mentado aprendizaje en línea.
Esta nueva etapa de la educación no ha hecho evidente que la tecnología es una herramienta que nos ayuda, pero que no sustituye y bien utilizada si funciona, pero no debemos caer en excesos.
Debemos entablar conexiones, pero abusar de sesiones en línea que obligan al alumno a una asistencia en jornadas de más de seis horas lo convierte en un infiernillo frío y triste. Porque es una realidad, que los maestros se tienen que enfrentar diariamente a sesiones con cámaras apagadas donde entabla muchas veces soliloquios que pueden mermar hasta al más sano emocionalmente. Los integrantes del universo que se conforma el aula, deben interactuar cara a cara, retroalimentándose y construyendo en conjunto.
No se puede convertir una clase presencial en una clase virtual. Es muy aburrido. El profesor se ha quedado muy sólo frente a la pantalla facilitando información. Y aquí entra otro de los grandes errores que escucho con frecuencia: “la clase no es divertida”. Y no señores la clase no tiene que ser divertida, pero sí interesante. Hacer uso prolongado de la video conferencia, deja alumnos fatigados, con dolor de cabeza, espalda y ojos, y emocionalmente apagados.
Los teóricos están proponiendo dos o tres sesiones de máximo cuarenta minutos por día. Esto es importante considerarlo, dejemos atrás las posiciones tradicionalistas. Miremos al futuro.
Necesitamos enfocarnos en experiencias asincrónicas, donde el alumno pueda ir a su propio ritmo y donde concienticemos que en la experiencia los únicos protagonistas son ellos, buscando experiencias de construcción propia, enseñar haciendo. Un alumno agotado no puede aprender.
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